El vino es una de las bebidas más populares del mundo, y dentro del espectro de las alcohólicas, una de las más saludables y antiguas. Su aporte calórico es bajo y contiene múltiples antioxidantes, por lo que puede ser beneficioso consumido con moderación, sin olvidar que, al fin y al cabo, tiene cierto contenido de alcohol. A la hora de elegir generalmente dudamos, aunque hay personas que lo tienen muy claro y prefieren siempre tinto o siempre blanco, por una simple cuestión de gustos. Otras se decantan por uno u otro en función del maridaje con el menú que van a tomar, o porque determinada variedad le sienta mejor que otra.
2EL TINTO ES RICO EN TANINOS

El vino tino, además de la diferencia evidente del color, se diferencia del blanco porque tiene una menor acidez y más cuerpo y estructura. Esta sensación de cuerpo se la da un componente que es lo que marca la principal diferencia entre tintos y blancos, que son los taninos. Se detectan fácilmente en la boca porque al beberlos se siente una textura áspera en la boca y un ligero amargor al tragar. Si los taninos están maduros, le aportan textura, duración y mucha estructura. Si están verdes, provocarán esa sensación áspera y amarga que también se puede encontrar en un té negro muy cargado.