La llegada del covid-19 supuso un mazazo para la banca española. Así, las entidades se vieron obligadas a disparar sus provisiones provocando una oleada de números rojos nunca vista. Aunque el desastre como tal nunca llegó. En parte, gracias a las ayudas europeas, estatales y las moratorias otorgadas. Ahora, a las puertas del despertar de la pesadilla los banqueros y los inversores se frotan las manos a medida que ese dinero que se guardó y no se ha utilizado pueda liberarse. En total, BBVA, Banco Santander y Caixabank sumarán 4.000 millones de euros extras a sus futuros resultados.
Entre los tres, Banco Santander será el más beneficiado. La firma que preside Ana Botín apenas se ha visto obligado a desembolsar un 10% de los más de 1.600 millones de euros que mantenía atesorados para hacer frente a los riesgos de impago causados por el covid-19. Por ello, la entidad cántabra podría liberar próximamente hasta 1.500 millones extras que irán directos a beneficios. Caixabank, por su parte, también podrá convertir una cantidad similar, unos 1.400 millones, en ganancias, tras mantener un 80% de las provisiones que hizo en su día.
En último lugar aparece BBVA cuyos activos se han deteriorado con más fuerza que en sus competidores. La entidad que preside Carlos Torres ha tenido que utilizar hasta un 30% del dinero que guardó para posibles impagos por la pandemia, por lo que la liberación de sus provisiones le dejará en torno a 1.100 millones de euros de ganancias adicionales. Pese a que las cifras del banco bilbaíno son tres veces peores que las del Santander, en general, «la calidad de los activos está demostrando ser más resistente frente a la pandemia de lo que se esperaba inicialmente«, explican los expertos.
BBVA, SANTANDER Y CAIXA TENDRÁN QUE ESPERAR A 2022
Esa mayor resistencia unida a una mejora del contexto macroeconómico sugiere que «podrían liberarse algunas reservas» que mantenían las entidades, según señala un informe interno de Bloomberg. Aunque probablemente no será para este año, sino que habrá que esperar al año que viene para que se puedan incorporar a los beneficios que presenten las entidades. «Sospechamos que las cancelaciones son poco probables en el segundo semestre, ya que los bancos siguen siendo cautelosos y podrían ser más una historia de 2022, una vez que haya más claridad sobre el impacto final de la pandemia», aclara Sergei Gunchev analista de banca comercial.
Pese a la espera, la visibilidad de la liberación de esos 4.000 millones próximamente parece clara por dos motivos. En primer lugar, porque la mayor parte de las moratorias otorgadas por las entidades españolas ya ha expirado, sin que un porcentaje excesivo hayan pasado al llamado ‘State 3’ o prácticamente impago. Así, Banco Santander tenía solo el 5% de las prórrogas vencidas clasificadas como etapa 3, BBVA, de nuevo peor que su gran competidor, ha llegado a un porcentaje del 9%. Aunque no ha sido el peor, ya que Banco Sabadell ha visto como el 12% de sus aplazamientos de pago están en ‘default’.
En esos buenos resultados ha intervenido decisivamente principalmente las ayudas estatales, en forma de ERTEs y pagos directos a los ciudadanos. De hecho, la banca ha visto como se elevaba notablemente el volumen de depósitos de sus clientes, lo que se ha traducido «en que los clientes sean menos propensos a incumplir sus obligaciones», opina Gunchev. Pero el fenómeno no ha sido solo en España. De hecho, Banco Santander y BBVA también mantienen un buen nivel de mora en sus otros mercados, gracias a esta tendencia.
EL LADO OSCURO: AHORRO FISCAL Y MÁS DIVIDENDOS
En segundo lugar, el rescate a las empresas lanzado por el Gobierno, en forma de préstamos con avales públicos, también ha servido para moderar la mora y la destrucción de empresas. Aunque este libro de préstamos es más sensible a la hora de abultar la cifra de impagos, la garantía estatal, del 75% de media, los vencimientos a más largo plazo y la mejora macroeconómica del país ayudan a mitigar cualquier gran riesgo en ellos. Todo ello, al fin y al cabo, se aprecia en la mejora del coste del crédito que se llevan apuntando las entidades españolas en los últimos trimestres.
Pese a que todo parecen buenas noticias, la liberación de provisiones, además en cantidades tan importantes, supone también un incentivo perverso. Por una parte, porque las enormes pérdidas que han contraído las entidades, principalmente por las provisiones, se han utilizado de excusa para acogerse a un régimen más beneficioso a la hora de acometer las decenas de miles de despidos que han ejecutado la práctica totalidad de las entidades. Por otro lado, porque también podrían suponer unas ventajas fiscales para las futuras ganancias.
Así, las milmillonarias pérdidas anunciadas, por esas provisiones, generan lo que se conoce como activos fiscales diferidos. En pocas palabras, se trata de que si una empresa tiene unos números rojos en los siguientes años esa misma cantidad no tributará en forma de beneficios una vez se logren. La mejora fiscal, el ahorro tras los despidos y las ganancias extras se traducirán en 2022 no solo en mayores beneficios, sino también en más dividendos para sus accionistas. De hecho, la liberación de los mismo llegará al mismo tiempo que el BCE de carta blanca a las entidades para volver a repartir las ganancias. En definitiva, la banca ha vuelto a ganar.