España tiene una de las mejores redes de carreteras de toda Europa. Prácticamente se puede acceder a cualquier punto con esta infraestructura. Pero también implica unos altos costes en cuestión de mantenimiento. Aquí es donde entran los peajes, uno de los mecanismos para financiar estas infraestructuras.
Los peajes tienen sus defensores y detractores. De los primeros, los principales son las empresas constructoras y las concesionarias de autopistas, que tienen en ellos sus fuentes de ingresos. Precisamente, las concesionarias han tenido unos malos resultados este año debido a las restricciones a la movilidad. El pasado año se redujo en un 37% el tráfico entre marzo y diciembre respecto al mismo periodo de 2019, lo que equivale a una pérdida de 8.238 vehículos por día, según datos de Seopan.
A esto se le suma la finalización de algunas concesiones en autopistas que generaban unos boyantes ingresos. Desde la patronal de la construcción calculan que esta reversión de 1.097 kilómetros de autopistas en el periodo 2019-2021 implicará en 2021 un aumento del déficit público de 286 millones de euros por pérdida de recaudación fiscal, que se calcula en unos 242 millones. Estas autopistas están gestionadas por Europistas (AP-1), Aumar (AP-7 y AP-4), Acesa (AP-7, AP-2 y B-23) e Invicat (C-31, C-32 y C-33).
Además, la patronal apunta a un aumento del gasto de conservación, cifrado en 66 millones y, a partir de 2022, un aumento permanente del déficit público anual de 478 millones. Seopan lanza una idea. Implantar un peaje por distancia con las tarifas medias que se registran en otros países de la red europea, y se otorgase su concesión y conservación al sector privado, supondría 104.000 millones de pago inicial de este sector.
La patronal de la construcción apunta a un gasto en la conservación de las autopistas
Igualmente, esta hipotética medida implicaría 4.698 millones de euros al año de ingresos públicos por recaudación de impuestos y 850 millones de ahorro de gasto público en conservación viaria.
POSICIÓN DEL GOBIERNO
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno para canalizar los fondos europeos tiene como objetivo la implementación de una medida para “cubrir los costes de mantenimiento e integrar las externalidades negativas del transporte por carretera como sucede con el resto de las infraestructuras”.
Sin embargo, la realidad va por otro lado. Un decreto del Consejo de Ministros aprobó bonificaciones para la AP-9, la autopista de pago que une Tui y Ferrol. Esta carretera era la tercera concesión en manos privadas con los precios más altos de España, según los datos del Gobierno central. La realidad es que para poder seguir ofertando esta red de infraestructura y que se conserve en buen estado, debemos dotarnos de buenos instrumentos fiscales para financiarlas.
Para las compañías concesionarias de estos peajes, tanto estas reducciones como el fin de las concesiones implica menos ingresos. Precisamente una de las más afectadas es Abertis, que maneja una gran parte de las autopistas españolas. La compañía ha visto como finalizaba la concesión de algunas de sus autopistas que más beneficios le aportaban en los dos últimos años, como la AP-7 y la AP-4.
OTROS MECANISMOS
El impuesto de carburantes puede ser una buena alternativa al sistema de peajes. Además, cuenta con alguna ventaja que pueden derivar en un sistema de transporte más eficiente y ecológico. Igualmente, este sistema viene a ayudar al mantenimiento de las carreteras, con todas las ventajas de los peajes, pero sin sus costes.
Sin embargo, su principal idea es que cuando más usas el coche más pagas por el mantenimiento de las carreteras. Esto ha hecho que muchas empresas de distribución y logística se pongan en contra, ya que la gran flota de vehículos que manejan implicaría un mayor coste en estas tasas.
Por otra parte, España todavía tiene margen para incrementar los impuestos a los carburantes, ya que actualmente están en torno a los 0,5 euros, por debajo de la media europea y de todos los países de nuestro entorno, como Francia, Portugal e Italia. Ahora que habría que replantear el modelo de los peajes, el impuesto de carburantes es un mecanismo sencillo que cuenta con muchas cualidades.