Un mensaje de texto, una llamada de teléfono para venderte algo en la hora de la siesta, o un correo electrónico detrás de otro de publicidad que nunca has pedido. A todos nos ha pasado. Muchos de los grandes tecnológicos como Google o Facebook llevan años coleccionando nombres y apellidos, números de teléfono-fijo y/o móvil, correos electrónicos y hasta direcciones físicas. Pero la realidad es otra. El negocio va mucho más allá. Existen otras compañías que recopilan una gran cantidad de información nuestra, para vender nuestros datos en el mercado negro. Tus datos están por ahí y alguien se está lucrando con ellos.
HE LEÍDO Y ACEPTO LA POLÍTICA DE PRIVACIDAD
Las empresas necesitan ciertos datos si quieren conservar una buena comunicación con los clientes. El problema es que la mayoría de las veces esos clientes no saben que están dando el consentimiento para ceder dicha información a terceros.
En este proceso de reunir y vender información, hay empresas que deciden comportarse de forma legal y asociaciones ilícitas que mercadean de manera ilegal sin ningún tipo de consentimiento con la información que compartimos. El elemento que fija los márgenes para que una empresa actúe dentro de la legalidad es la Ley General de Protección de Datos (LGPD), por la cual se establece que aunque hayamos compartido voluntariamente nuestros datos en la red, si no hemos dado nuestro consentimiento, nadie puede usarlos.
Según los expertos, uno de los grandes peligros se encuentra en la manera en la que los usuarios interactúan con internet, ya que muchas veces nos registramos en una gran cantidad de páginas y damos nuestro consentimiento sin darnos cuenta. Legalmente, y en función de las políticas de cada red social, la información que hemos publicado ahí de manera voluntaria, pertenece a esa red social y solo puede ser usada bajo el consentimiento de ésta y del usuario. Pero claro, si cualquiera puede acceder a esos datos, aunque no sea legal, cualquiera puede usarlos.
GRANDES SANCIONES
El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) ya se traduce en sanciones multimillonarias. Desde que empezó a funcionar, han sido varias y elevadas las sanciones que han tenido que afrontar las empresas, sobre todo, más allá de nuestras fronteras.
Un informe con tus datos puede llegar a valer cien euros en el mercado negro
La más sonada fue la sanción de 50 millones de euros que la Autoridad Francesa de Protección de Datos impuso a Google a principios de 2019, ya que consideró que la información que se ponía a disposición de los usuarios no era de fácil entendimiento ni acceso. British Airways es otra de las compañías que se enfrentó a una sanción de 204 millones de euros por parte de la autoridad inglesa por “falta de seguridad en la empresa” ya que la compañía sufrió una brecha que afectó a 500.000 clientes, quedando al descubierto información sobre tarjetas de créditos y reservas de vuelos. Pero la mayor multa de la historia hasta la fecha en materia de privacidad ha sido para Amazon. La autoridad de protección de datos de Luxemburgo, donde Amazon tiene la sede en Europa, ha impuesto a la compañía una sanción de 746 millones de euros.
Pero, sin lugar a dudas, el caso de Cambridge Analytica ha sido el más a tener en cuenta, ya que dejó al descubierto el peligro que conlleva el cruce de datos con una finalidad distinta, creando perfiles psicológicos para predecir comportamientos de 50 millones de usuarios.
EL NUEVO PETRÓLEO
El dato es el nuevo petróleo. A menudo, creemos que la información que compartimos en redes sociales no es para tanto. Pero los datos que pueden parecer inofensivos se convierten en información que vale la pena para las empresas. Según un experto de Xataka.com, en Europa la mayor parte de este mercado es legal. Sin embargo, en otros países como Holanda, Israel o India, utilizan robots que se meten en redes y recopilan todo lo que sea público.
De manera que, si por ejemplo, publicas en Twitter que te gusta el nuevo modelo de un móvil y tienes una cuenta asociada a tu perfil, lo recopilaran y te mandarán un correo con publicidad de ese móvil. Y con esa información llevan a cabo grandes informes que facilitan predecir comportamientos, un tesoro para muchas organizaciones. En este mercado también hay que diferenciar entre quien recopila el dato para luego venderlo a terceros y quien facilita los instrumentos necesarios para la recolección y procesado de información a otras empresas.
En definitiva, el punto está en que si una empresa pide información personal a un usuario para el mero hecho de enviarle una mejor publicidad, dicha empresa no puede usar esa información para otros fines, como por ejemplo pronosticar a quien vota. Y si dicha compañía lo hace, el ciudadano español puede denunciarlo ante la Agencia Española de Protección de datos, que como ya hemos visto, impone fuertes sanciones.