Nadia Calviño ha sido una de las protagonistas indirectas de la revolución que ha ejecutado Pedro Sánchez en el seno del Gobierno. Mantiene cartera, Asuntos Económicos y Agenda Digital, pero se posiciona como vicepresidenta primera. Simbolismo extremo en la época del relato.
Calviño tenía poder dentro del Ejecutivo. Ahora tiene más. Y todo eso a las puertas de la llegada masiva de dinero procedente de los fondos europeos que habrá que gestionar con mano recia. Y, parte de esos ‘Next Generation’, tendrán su punto fuerte en la digitalización, lugar que gobierna la ministra con algo más de presencia en los últimos meses.
Esta misma semana, de hecho -en el marco del ‘Digitales Summit’-, la ministra realizó algún anuncio relevante de inversión y, lo más importante, transmitía un mensaje institucional de futuro. Sabedora o no de su nueva posición, Calviño lleva dando pasos adelante desde hace tiempo. Y ahora muchas miradas se posarán sobre su ministerio.
Espacio, por cierto, donde ella ha llevado a cabo su propia revolución. Durante el último año ha habido cambios de caras y nombres, que han salpicado al propio ministerio como a las secretarías generales que penden del mismo.
Bajo este contexto, el nombramiento de Calviño como vicepresidenta primera refleja la importancia que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, otorga a la economía ante la necesidad de consolidar la recuperación y la creación de empleo y de gestionar la transformación del país utilizando los fondos europeos como palanca.
CALVIÑO: SU MOMENTO
Nadia Calviño asumió en junio de 2018 la cartera de Asuntos Económicos en sustitución de Román Escolano y vio reforzadas sus competencias al responsabilizarse de la transformación digital y coordinando todas las carteras del área económica en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos.
La nueva vicepresidenta primera deberá trabajar por apuntalar la recuperación económica y capitanear la gestión del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia con el paquete de reformas e inversiones que pretende impulsar España para canalizar los 140.000 millones de fondos europeos de reconstrucción que recibirá hasta 2026.
El Plan de Recuperación español está articulado en cuatro ejes y compuesto de 212 medidas, de las que 110 son inversiones y 102 son reformas para canalizar los fondos de reconstrucción que recibirá España para hacer frente a la crisis.
Entre los objetivos fundamentales que se ha marcado el Ejecutivo, destacan impulsar la recuperación económica en el corto plazo y reconvertir y transformar la economía española para hacerla más competitiva y sostenible, en la mayor oportunidad que se le plantea a España en un siglo para lograr una verdadera transformación de su economía, en palabras del propio Sánchez.
Del conjunto del plan, se destinará el 39% a la transición ecológica, 29% a la transformación digital, el 10,5% a educación y formación y un 7% para I+D+i, según especificó el presidente.
Entre las inversiones, se contemplan 20 principales para los tres próximos años, con el foco en la movilidad sostenible, vivienda, energía, modernización de la administración pública y digitalización.
REFORMAS CONTROVERTIDAS
Sobre las reformas, la pata del plan más controvertida, se pretende abordar el sistema de pensiones -con un primer acuerdo ya cerrado para ligar las pensiones al IPC- así como la transformación del mercado laboral, además de la modernización del sistema de salud, la reforma del sistema eléctrico, la modernización de la Justicia, la nueva economía de los cuidados, la ley de Aguas o la reforma fiscal.
En total, se movilizarán en el primer periodo 2021-2023 inversiones públicas por importe aproximado de 70.000 millones de euros, que tendrán un impacto «inmediato» en la economía y en el empleo este mismo año. Los otros 70.000 millones se gestionarán en los tres años siguientes. En concreto, el Gobierno sitúa en un 2% anual el efecto positivo de los fondos europeos tanto para este año como para el que viene y además contempla que permitirán la creación de 800.000 nuevos empleos en seis años.