Llevar a cabo correctamente nuestra labor en el puesto de trabajo no solo pasa por disponer de los conocimientos y experiencia necesarios, sino también por llevar la vestimenta adecuada en algunos casos concretos.
Si trabajas en el sector de la construcción o tienes un trabajo que entraña algún tipo de riesgo, como levantar objetos pesados, existen partes de nuestro cuerpo que requieren un cuidado especial y seguramente te hayan recomendado encarecidamente usar calzado de seguridad, incluso en verano.
La ropa de trabajo no es un capricho
El uso de ropa de trabajo es mucho más frecuente de lo que a priori parecería. Existen distintas categorías y éstas dependen del sector en el que se trabaja. No es lo mismo la protección laboral de un médico que tiene como objetivo principal favorecer la higiene y la salud en todas las actividades que realice o la de un técnico de laboratorio, que no se puede permitir que las muestras con las que trabaja se contaminen, a la protección que tendrá que llevar un mozo de almacén o un empleado de la construcción.
Los riesgos que entrañan este tipo de perfiles son mucho más físicos que higiénicos o laborales. Un descuido de un compañero en un almacén manejando la transpaleta que puede pillar un pie puede tener consecuencias irreparables si no se va con botas de seguridad.
Las prendas de trabajo no son un capricho, ni una moda. Son el fruto de una serie de protocolos de seguridad en los espacios de trabajo que empresas de distinto tipo están obligadas a cumplir por ley.
Aunque a veces para los trabajadores resulte pesado tener que cambiarse de ropa cada vez es por ellos y por su seguridad por la que se ponen en marcha estos tipos de medidas de prevención.
El Ministerio de Trabajo es muy claro en todo esto y recoge una serie de leyes y normativas para regular la salud y la protección de los trabajadores, resultado de otros tiempos en los que estos aspectos no se contemplaban y ciertos trabajos se convertían en verdaderas misiones de riesgo.
De hecho, las compañías están obligadas a hacer un curso de prevención de riesgos laborales a sus empleados para que éstos tomen conciencia de los peligros asociados a su puesto.
En este sentido, un trabajo de oficina tendrá más aspectos relacionados con la ergonomía que un trabajo en una fábrica, donde se manipulan máquinas y objetos todo el rato con mayor consecuencia física.
Cómo elegir calzado de seguridad
El objetivo de las compañías es reducir el riesgo lo máximo posible. En muchos casos por el tipo de trabajo que se requiere hacer es muy difícil que así sea, por su propia naturaleza. Sin embargo, se pueden adoptar medidas de prevención para que ayuden a paliar los efectos de un accidente si es que llega a producirse.
Así, los monos, los guantes o el calzado de seguridad se convierten en un gran aliado de la prevención. Pero tan importante es llevar este tipo de indumentaria como sentirse cómodos con ella.
No hay que olvidar que los trabajos físicos requieren de una cierta movilidad más o menos ágil, así que tanto la ropa como las botas de seguridad han de ser cómodos para que se pueda llevar a cabo la actividad normalmente.
En principio podría parecer que no existen zapatillas de seguridad cómodas, por su rigidez y, a veces por su peso. La marca Naisa, especializada en calzado de protección, trabaja para desarrollar siempre diseños que se ajustan a la forma del pie y al movimiento, de tal forma que no entorpezca en la actividad normal y no sea incómodo llevar en verano, con más calor, teniendo forros transpirables, ni en invierno, contando con impermeabilización.
Las ventajas de llevar zapatos de seguridad son muchas y las hemos indicado a lo largo de este artículo, tales como: la prevención de accidentes, la protección de los pies o la aceptación de las normas de seguridad.
Elegir el mejor calzado de seguridad para cada caso es importante para poder desempañar la actividad de la manera más agradable posible. Algunos de los aspectos que se deben tener en cuenta son:
- Normativa. Asegurarse de que cumplen con la normativa necesaria para el puesto de trabajo en cuestión.
- Talla. Escoger la talla adecuada. Esto es importante y se ha de probar varias veces y caminar con ellas para elegir la talla perfecta. No pueden quedar ni grandes ni pequeñas porque no cumplirían su función.
- Cierre. Un buen sistema de cierre siempre será una apuesta segura hacia la protección.
- Comodidad. Una jornada de trabajo dura 8 horas. Tienen que ser lo suficientemente cómodas para saber que se podrá trabajar con ellas puestas durante todo ese tiempo, cinco días a la semana – aunque se suela contar con otro par para ir alternando.
- Calidad. Se ha de primar la calidad sobre el precio absolutamente porque esto redundará en los pies por el uso de materiales adecuados, entre otros aspectos. Contar con buenas marcas con trayectoria como Naisa ofrece una cierta garantía de éxito en la elección.