Si se piensa en una salsa por excelencia esa es la salsa de tomate frito. No solo es una de las recetas más deliciosas, sino que también está entre las salsas más consumidas en todo el mundo, además de ser la base para otras muchas salsas muy conocidas, como el kétchup. Por eso no es de extrañar que se produzcan más de 170 millones de toneladas de tomate anualmente en todo el mundo y que el 25% vaya destinado para la industria de producción de salsas y preparados.
Pese a que esta industria ya aporta preparados listos para usar, todos los fanáticos de una buena salsa de tomate casero que no se conforman con las comerciales, deberían conocer algunos trucos para conservar la salsa casera y no tener que hacerla cada vez que se necesite para alguna receta ni usar la comprada…
7¿Cómo saber si se ha estropeado?
Cuando se compra la salsa de tomate es fácil determinar si está o no buena. Tan solo basta con inspeccionar si el envase no se ha roto o mirando la fecha de caducidad.
En cambio, cuando se usan métodos de conservación caseros no es tan sencillo. En el caso de la congelada, no debería estar más de 10 meses. Por eso, deberías poner una etiqueta indicando la fecha.
Para el procedimiento del baño María se puede ir más allá de los 10 meses. Pero asegúrate de que al abrir el bote suena el característico sonido del aire entrando, de lo contrario indicará que no se ha producido el vacío adecuadamente y estaría mala.
Por supuesto, el olor y el sabor son también un indicativo. Antes de agregar a la receta que estás haciendo, prueba antes. Si detectas algo extraño, desecha por precaución.