Si se piensa en una salsa por excelencia esa es la salsa de tomate frito. No solo es una de las recetas más deliciosas, sino que también está entre las salsas más consumidas en todo el mundo, además de ser la base para otras muchas salsas muy conocidas, como el kétchup. Por eso no es de extrañar que se produzcan más de 170 millones de toneladas de tomate anualmente en todo el mundo y que el 25% vaya destinado para la industria de producción de salsas y preparados.
Pese a que esta industria ya aporta preparados listos para usar, todos los fanáticos de una buena salsa de tomate casero que no se conforman con las comerciales, deberían conocer algunos trucos para conservar la salsa casera y no tener que hacerla cada vez que se necesite para alguna receta ni usar la comprada…
2Salsa de tomate frito casera vs industrial
La salsa de tomate casera es la preferida por todos. No solo por su sabor y textura, sino que también resulta más saludable que la industrial. De hecho, muchos fabricantes de estas salsas están usando términos como «sin aditivos», «receta casera», y similares para atraer a los compradores.
En cuanto a las compradas, suelen incluir también grasas menos saludables y en mayor proporción. En vez de usar aceite de oliva virgen extra suelen usar otras grasas más económicas para las recetas. Por otro lado, también suelen agregar azúcar a la mezcla para reducir la acidez y conseguir un sabor más agradable.
Todo esto son problemas que afectan a la salud de los consumidores de este tipo de preparados. Mientras que la casera es mucho mejor en todos los sentidos, mejorando la salud de tu piel, disminuyendo los niveles de colesterol y triglicéridos, regulando la tensión, disolviendo los cálculos biliares, y ayudando en la digestión.