El aeropuerto de El Prat quiere crecer, pero todo se ha unido en su contra. El aeropuerto tiene un problema y grave de espacio para poder competir directamente con Roma, Milán o Viena, pesea ser la quinta infraestructura de su sector en Europa. En juego, 1.700 millones de euros en una de las estructuras estratégicas más importantes de España. En contra de esta obra se encuentran los vecinos de Viladecans y de El Prat de Llobregat, cuyos Ayuntamientos, ambos gobernados por el PSC, han rechazado de forma unánime cualquier operación que se adentre en sus espacios protegidos.
Por capacidad, El Prat tiene un límite de 55 millones de pasajeros, un nivel que según aseguran algunas fuentes interesadas en la ampliación de la tercera pista se hubiera rozado e incluso alcanzado este verano sin la pandemia.
EN SEPTIEMBRE SE HABRÁ APROBADO, PERO A EXPENSAS DE BRUSELAS
Aena busca alargar la tercera pista de El Prat, pero sólo podría hacerlo hacia el delta del Llobregat, una zona de especial protección y que se encuentra incluida en Red Natura 2000, dependiente de la Comisión Europea. Y este es el principal, pero no único problema del gestor aeroportuario, más en un momento en el que la agenda se centra en la eliminación de los vuelos denominados cortos y el medioambiente.
La Comisión Europea se ha pronunciado sobre la intención de Aena de alargar la tercera pista y entrar en esa zona protegida denominada La Ricarda. Bruselas sencillamente no se fía de las buenas palabras e intenciones de la empresa mayoritariamente pública.
En la década del 2000, también por motivo de la anterior ampliación, Aena se comprometió a proteger el delta del Llobregat. La CE aceptó y no ha sido hasta el pasado mes de febrero cuando ha dado un fuerte varapalo. No sólo no hubo protección de esta área, sino que se dejó sin mantener durante casi dos décadas. Un hecho inadmisible para los comisarios europeos. Y no hay segundas oportunidades con Bruselas. Tendría que cambiar su propio discurso para permitir alargar esta recta de hormigón para entrar hasta el corazón de La Ricarda.
EL INCUMPLIMIENTO DEL 2000 PESA PARA BRUSELAS
El presidente de Aena, por su parte, ha prometido cuidar y mantener más hectáreas de las que se ocuparán con la faraónica obra. Maurici Lucena insiste en que esa la única alternativa y es de especial interés ya no sólo para España sino también para Cataluña. El peso económico de El Pra se vería incrementado en cerca de dos puntos del PIB catalán, hasta el 9% siempre y cuando opere a su capacidad máxima, pero Bruselas sólo tiene como objetivo la salud del medioambiente de la zona.
El tiempo apremia para Lucena. Aena debe entregar este mes de junio su plan de inversiones de cara al próximo lustro. Un rechazo a incluirlo supondría otros cinco años más de retraso. En septiembre, la propuesta sería aprobada por el Consejo de Ministros y todo quedaría a expensas de la Comisión Europea en un momento muy débil para el Gobierno de España.
Para que Bruselas dé luz verde y recule su negativa a este proyecto deben razonarse debidamente varios preceptos. En concreto, la inexistencia de una vía alternativa que pueda evitar adentrarse el espacio protegido; y un imperioso interés económico y social, como han mostrado las principales patronales catalanas. Sin embargo, no hay consenso institucional. La Generalitat se ha opuesto a la ampliación de la tercera pista, al menos hasta ahora. El exconsejero de Territori, Damià Calvet, ha sido cristalino en cuanto a la invasión de la zona especialmente protegida de La Ricarda. Sin embargo, no se ha opuesto a otras vías alternativas, como la construcción de una isla satélite para convertir a El Prat en un hub internacional de primera división.
El nuevo Govern se ha mostrado reticente a esta operación, pero podría incluirse en la negociación. Quien se ha opuesto de forma tajante ha sido el Ayuntamiento de Barcelona, con Ada Colau y Jaume Collboni a la cabeza, como también todos los partidos con representación en Viladecans y El Prat del Llobregat, principales afectados por las obras.
MUNICIPIOS COLINDANTES RECHAZAN LA AMPLIACIÓN
El Prat En Común, PSC-CP, ERC, Ciutadans y Podemos han unido sus fuerzas en este último municipio para mostrar su rotunda negativa a esta operación. A juicio de todas las formaciones, esta obra supondría la «destrucción de la Ricarda», un espacio de «gran valor medioambiental y con hábitats de interés comunitario». También estaría en juego el futuro de la Casa Gomis, una obra fundamental de la arquitectura racionalista en Cataluña y declarada por el Govern como bien cultural. A juicio de este Ayuntamiento, la alternativa a la ampliación pasaría por potenciar los aeropuertos de Girona y Reus, donde el AVE debería hacer parada para conectarlo con Barcelona y los aeropuertos.
El lema de los grupos municipales es sencillo: «Preservar el delta. No a la ampliación del aeropuerto». A su manifiesto se han adherido miles de vecinos y numerosas entidades de la zona. Según han señalado, la tercera pista no debería ampliarse ni hacia La Ricarda ni tampoco hacia el Remolar, una zona dentro del área de Viladecans. A su juicio, Aena y la Generalitat deben revisar el plan director del gestor aeroportuario con el fin de proteger este paraje natural que la rodea.
Hasta hace unos meses, el alcalde de Viladecans, Carlos Ruiz, del PSC, se mostraba a favor de la ampliación de la tercera pista. Lo hizo en febrero tras reunirse con Lucena. Sin embargo, tan sólo tres meses después ha optado por escuchar a sus vecinos.
LOS EXPERTOS VEN ALTERNATIVAS
Tampoco los expertos tienen una opinión unánime sobre esta ampliación, aunque el debate está más calmado respecto a las prisas de los empresarios para conseguir cuanto antes el sí definitivo a esta ampliación.
La obra es vital para permitir la salida de los aviones más grandes que cruzan el océano. Ninguna de las dos pistas se construyó para este fin. Asimismo, Aena quiere convertir a El Prat en un hub para poder operar los vuelos de largo recorrido.
El objetivo es alcanzar los 70 millones de pasajeros anuales, 15 más de los límites de la propia infraestructura. La decisión de incluir esta infraestructura en el plan de inversión 2022-2027 debe adoptarse este mismo mes, pero no será hasta septiembre cuando se dé luz verde en el Consejo de Ministros, siempre y cuando Bruselas lo acepte. En caso contrario, no sólo se habrá salvado La Ricarda, sino que el problema del aeropuerto se podría agravar si se llegara en 2023, como apuntan las previsiones, al límite de la capacidad.
Varios expertos apuntan que El Prat tiene varias alternativas antes de entrar en La Ricarda por las bravas. Una de ellas pasaría por reducir la distancia entre los aviones, al tiempo que las horas de menos presión por tráfico aéreo podrían incrementarse. Otra pasaría por utilizar la pista 2 para despegues, pero generaría más ruido y enfadaría aún más a los vecinos.