viernes, 22 noviembre 2024

El cava y el vino catalán, en el alambre: ¿hay esperanza en 2021?

El cava y los vinos catalanes han superado de forma dispar un aciago 2020. Las alegrías y penas del sector han ido por empresas, pero las desgracias se han centrado especialmente en el Penedés, de donde sale el 90% de la producción en España.

Los grandes productores y la D.O. Cava ha podido superar este pasado año con una excelente nota en la mayoría de casos. Freixenet registró un aumento de ventas precisamente en un año marcado por las restricciones de movilidad y el cierre impuesto a la restauración en la mayoría de comunidades autónomas y numerosas partes del mundo. Pese a que los consumidores han continuado celebrando en sus viviendas las fechas señaladas en rojo en el calendario, la realidad es que no se han decantado por el vino para regar los festejos.

El negocio de Freixenet en España se hundió en el conocido canal ‘Horeca -restauración y hostelería- debido principalmente a los cierres y la falta de turismo. Las exportaciones tuvieron, sin embargo, un efecto positivo, compensando en parte la caída de su principal mercado. Además, hay que añadir que el negocio de Freixenet no se centra únicamente en el cava. La empresa trabaja en la innovación de otras áreas de negocio, como ha entrado en los denominados ‘vinos tranquilos‘ -no espumosos- por primera vez, así como la compra de empresas para crecer de forma inorgánica.

LA VENTA EXTERIOR PALÍA LA CAÍDA EN ESPAÑA

Freixenet y Codorníu han sido claros ejemplos entre las grandes de este sector. Los datos del pasado ejercicio para la primera muestran un incremento de ventas del 5,1%, hasta las 99,3 millones de botellas vendidas en todo el mundo. Para este 2021, la firma española que más vende espera alcanzar y superar con creces los 105 millones, todo un récord.

Raventós Codorníu, por su parte, espera alcanzar niveles anteriores a la pandemia este mismo mes de julio. «Somos muy optimistas», han asegurado fuentes de la sociedad a MERCA2. El foco para crecer pasa por el mercado «exterior», han indicado. Y es que, las ventas internacionales superaron los niveles de 2019 este pasado mes de marzo. «Queremos que nuestra exportación pase del 50% al 70% de la facturación«, han asegurado desde este grupo.

Los pequeños productores, sin embargo, no tienen aún el músculo para lanzarse a la conquista de mercados. Corpinnat, que engloba a once bodegas de elaboración propia y cosecha a mano, admite que han sido especialmente golpeadas por los efectos de la Covid-19 y las enfermedades de la vid. Los asociados a sus bodegas, entre los que se encuentran Llopart y Pardas, han sufrido más el cierre de la hostelería, su principal canal de ventas.

SIN PREVISIONES ENTRE LOS CAVAS MÁS EXCLUSIVOS

«No hay aún datos suficientes para poder evaluar» la actividad tras la reapertura de la restauración y los servicios de cenas, han asegurado fuentes de Corpinnat a este medio. Esta asociación pertenecía antes a la D.O. Cava, pero la dejaron con todo el dolor de su corazón debido a las diferencias irreconciliables sobre la forma de elaboración de los espumosos.

«No elaboramos cava», han dejado claro las fuentes consultadas. Sus vinos se distinguen por su altísima calidad y elevados precios respecto a las marcas tradicionales. Estos espumosos tienen características muy particulares. Entre otras, la uva de los viñedos se recoge a mano, quedando terminantemente prohibido el uso de la maquinaria; el cultivo es 100% ecológico, usando mínimamente los fitosanitarios, pero con una mayor exposición a enfermedades como el mildiu, un hongo que apareció precisamente en verano del pasado año en el Penedés.

MILDIU, EL PRINCIPAL PROBLEMA DE 2020

Realizar previsiones tras la reapertura es «complejo» para Corpinnat. Y es que, por el momento no ha habido «un efecto reseñable en nuestras bodegas, aunque están más activas», han apuntado. «No hay balance», han indicado. Sin embargo, muestran una sensación de «mejora» de cara a este 2021, aunque «falta un poco de agua». «Se espera una vendimia normal en comparación con la del pasado año«, han puntualizado las mismas fuentes.

No sería difícil obtener un mejor dato este año. A los campesinos y bodegas no sólo les sobrevino la pandemia y las consecuencias del estado de alarma. Aquel 13 de marzo de 2020 lo tienen guardado en la retina. «Se paró todo en seco«, afirman las mismas fuentes. Meses más tarde y con la reapertura del verano, un nuevo terremoto sacudía a este sector. El temido mildiu hacía acto de presencia.

La aparición de este catastrófico hongo en la zona del Penedés dejó muy tocadas a las bodegas. Se esperaba un buen año e incluso el debate se centraba en el exceso de vino. Sin embargo, la enfermedad de la vid apareció en este territorio por la combinación de las condiciones óptimas de humedad y temperatura. «Provocó una cosecha escasa«, han recordado. «Fue un año horrible para la bodega y el viticultor«, han destacado.

LAS PEQUEÑAS BODEGAS SE REINVENTAN

«Se dieron las condiciones idóneas no sólo para su aparición, sino también para su propagación», afirman las fuentes consultadas. Como consecuencia de ello, se han registrado numerosas pérdidas entre los productores, todos ellos sin posibilidad de acceder a un seguro agrario que cubra este tipo de catástrofes. «No existe«, han indicado.

Las preocupaciones dejaron de centrarse el exceso de producción de vino, mientras los gastos continuaron subiendo para evitar males mayores. «Los seguros agrarios cubren casi todo tipo de catástrofes naturales, como las pérdidas por una granizada«, indican fuentes de la Unión de Payeses a este medio. Sin embargo, las aseguradoras evitan incluir en las cláusulas daños por enfermedades. A los bodegueros de Corpinnat les afecta principalmente al ser un cultivo ecológico, un requisito exigido a todas las bodegas que pertenecen a esta asociación.

Para superar esta adversidad, algunas de las bodegas tan dependientes de la hostelería y vinotecas especializadas se han abierto al etnoturismo, una modalidad que ha permanecido abierta y con una buena acogida por parte del turista nacional que busca escapar de las aglomeraciones.

LA D.O. CAVA TRATA DE IMPULSAR LA «ZONIFICACIÓN»

Ahora, la D.O. Cava está llevando a cabo esta «zonificación«, dando lugar a los distintos nombres de cada zona de procedencia. En este momento, las bodegas que quieran aparecer con nombres específicos lo hacen de forma voluntaria, como un intento de «potenciar las largas crianzas» y poder diferenciarlas de los cavas «más sencillos«.

Y es que, la bodega que quiera entrar en Corpinnat no puede comprar vino, como permite la D.O. Cava. «Se zonifica al 100% el vino utilizado para las distintas marcas», han destacado desde la entidad catalana. «Se evita así el trasiego de vino entre bodegas«, han destacado. «No estamos dispuestos a aceptarlo», han puntualizado.

EL CAVA, UN SECTOR EN TREGUA TRAS AÑOS DE GUERRA

La guerra del cava terminó de forma oficiosa en 2019. La extensión de los cultivos puso en pie a las bodegas de Cataluña, Extremadura y Valencia. Aquel año, el Gobierno aprobó una disposición contraria a la regulación comunitaria y que violaba de forma flagrante las competencias autonómicas al dar al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cava unos poderes que no le tendrían que pertenecer.

Esta decisión del Ejecutivo fue anulada por el Tribunal Supremo el pasado mes de febrero. Los tambores de una nueva guerra retumbaron con fuerza en el sector, más cuando la D.O. Cava está señalada por favorecer a los productores catalanes frente al resto.

Actualmente, la D.O. Cava actúa en Aragón, Cataluña, Valencia, Extremadura, Navarra, La Rioja y País Vasco. Sin embargo, el 90% de la producción del cava en España se realiza en el Penedés.

LA SENTENCIA DEL SUPREMO: LOS TRAPOS SUCIOS SE LAVAN EN CASA

El problema sin resolver aún se centra en la conveniencia de incrementar la superficie de cultivo de viñedo para cava, tal y como pedían extremeños y valencianos en 2017, año del inicio de una dura guerra y con un fuerte boicot contra el cava catalán debido al ‘procés’ independentista. Aquel año, las ventas de estos espumosos de Extremadura y Valencia se dispararon.

Los productores catalanes, por contra, prefieren restringir el cultivo para evitar la temida caída de precios. Sin embargo, desde Corpinnat cree que algunas marcas están vendiendo por debajo del precio de coste, como ha ocurrido con otros productos del campo.

Sobre esta sentencia del Supremo se guarda un silencio sepulcral. Las partes implicadas han optado por debatir la solución de puertas para adentro y evitar así una reacción pública en plena pandemia y cuando numerosos productores pequeños están siendo golpeados por las inclemencias medioambientales.

Hasta ahora, hay una creciente sensibilidad por las posiciones ideológicas y políticas. Los boicots se podrían volver a dar en caso de un desaire público entre las distintas ramas de la D.O. Cava. El sector trata ahora de cicatrizar heridas, ya curadas tras años de refriegas.


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