Allá por 1904, dos hermanos decidieron instalar una fábrica de cervezas inspirados por lo que habían visto en sus viajes a Francia y Alemania, donde se consumía este producto. El sitio elegido fue la parte este de Sevilla, conocida por la buena calidad de su agua, y donde por aquel entonces se situaba el extrarradio de la ciudad. Lo más cercano que había, el templete de la Cruz del Campo, sitio final de peregrinación de las cofradías sevillanas por aquellos años.
A partir de ahí, el resto es historia. Tras 117 años, y seis desde que comenzaron las obras, la Factoría de Cruzcampo renace con una “vuelta a los orígenes”. La inversión por parte de Cruzcampo y su Fundación ha sido de más de 6 millones de euros, que van dedicados a la acción social de la compañía. Guillaume Duverdier, presidente de Heineken España, explica que “en un año especialmente difícil, inauguramos este ilusionante proyecto en el que desde Cruzcampo y su Fundación volcamos nuestros recursos, pasión y experiencia para impulsar el talento de las nuevas generaciones y apoyar la transformación de la hostelería”.
Por su parte, Carmen Ponce, directora de Relaciones Corporativas de Heineken España, explicó que este proyecto “supone un refuerzo en nuestro compromiso con la sociedad y con Andalucía, donde contamos con el 40% de nuestra plantilla y generamos 25.000 empleos indirectos e inducidos, dos fábricas en Sevilla y Jaén y un centro de innovación cervecera, la Fábrica Cruzcampo de Málaga”.
El lugar donde se elaboró la primera Cruzcampo se transforma en una cervecería urbana, que abrirá al público el próximo 1 de junio, y que cuenta con 1.300 metros cuadrados en los que se elaboran cervezas artesanas para que se puedan degustar allí mismo. La capacidad de los tanques de cervezas es de 950 hectolitros. Su oferta es variada. Desde conocer el proceso de elaboración de la cerveza a disfrutar de experiencias cerveceras, como cata a ciegas o degustación maridada. Y todo ello elaborado por jóvenes alumnos de la Factoría.
FINES SOCIALES
Esta cerveza tiene un fin social. “Todo lo que se recaude irá destinado a inversión en programas sociales de la fundación. Durante el año 2020 y 2021, por cada euro que recaudemos aquí, la Fundación Cruzcampo pondrá 10 para el incremento del impacto de su programa social” comenta Regla Bejarano, directora de Factoría Cruzcampo.
En noviembre del pasado año, la compañía lanzó Talento Cruzcampo con la intención de contribuir en la mejora de la empleabilidad de los jóvenes. “Vimos durante la pandemia que el desempleo juvenil era del 40%, el doble de la media europea, y enfocamos nuestros recursos en este ámbito” destaca Bejarano.
El programa funciona como una escuela. Cuenta con 40 jóvenes, todos becados por Cruzcampo, y durante 10 meses se forman en diversos ámbitos relacionados con la hostelería, como transformación digital, automatización de procesos, la gestión medioambiental del restaurante o la excelencia en la experiencia de cliente. E incluso aprenden sobre resiliencia, gestión de emociones y “sobrellevar el estrés que puede causar una sala de cocina”, en palabras de una de las alumnas.
Posteriormente a estos 10 meses de formación, los alumnos cuentan con 2 meses de prácticas en algunos de los mejores restaurantes del país, como el de Martin Berasategui. Además, desde Cruzcampo intentan que las prácticas no sean en la ciudad de procedencia de los alumnos, para que puedan
CERVEZAS ARTESANAS
Con una capacidad de elaboración de 400 mil cañas al año, Factoría Cruzcampo contará con hasta 7 variedades diferentes al mismo tiempo, hasta 30 recetas de cervezas con mucho acento en todo el año, algunas de ellas elaboradas en pequeños lotes limitados.
El primero de ellos, creado para conmemorar la apertura, es La Descará, “una cerveza que tiene tanto acento que no se puede aguantar. Nace como una cerveza diferente y descarada con un tono anaranjado y sabor dulzón gracias a la miel de azahar de Lora de Río y toques cítricos y refrescantes que le aportan las naranjas”, explica Juan Jiménez, el maestro cervecero que se encarga de la elaboración de estas cervezas.
Cuentan también con otras cervezas, todas con nombres inspirados en el vocabulario andaluz. Está Mijita, con notas especiales dulces y cítricas, pero con una mijita de alcohol nada más, ya que la intención es fomentar el consumo responsable. Otra de las cervezas artesanas es Flama, una cerveza intensa de sabor y cuerpo, con un toque dulzón y protagonismo de la malta.