Vodafone España ha rendido cuentas al mercado. Su ejercicio fiscal, cerrado en marzo, arroja un retroceso en la facturación, tanto de manera total como en los servicios. El desempeño comercial del último año ha sido relativamente bueno, pero las alarmas se vuelven a encender en el operador rojo con un primer trimestre de 2021 (último de su campaña) donde la curva ha vuelto a caer.
Y todo esto dentro de un contexto negativo en el que Orange España ha presentado un ERE y Telefónica, al menos a nivel global, tampoco es capaz de meter ritmo a su caja. Además, se prevé un año de intenso gasto en capital para empezar con el 5G de verdad y la compra de espectro de radio.
Por eso, el resumen del último ejercicio de Vodafone es precisamente ese: contener la respiración. El nuevo CEO de la compañía, Colman Deegan, puede sacar pecho con las cifras de año sobre año. La base de clientes móviles de contrato se incrementó en 70.000, hasta 11,4 millones; los usuarios de banda ancha aumentaron en 21.000 en el año hasta 3,2 millones, y la de clientes de fibra se incrementó en 109.000 debido la transición a planes de mayor velocidad. Mientras, la TV registró un incremento de 156.000 clientes en el año.
Pero al analizar la letra pequeña de los tres primeros meses del año, de enero a marzo, la fotografía cambia bastante. Vodafone ha perdido 15.000 usuarios de banda ancha fija con respecto al trimestre anterior, según consta en la memoria económica del grupo. Asimismo, el segmento móvil se queda plano, aunque el prepago se ha desplomado.
El negocio de la televisión, donde el operador rojo se había hecho fuerte, ha tenido un retroceso después de 6 trimestres consecutivos de engordando la cartera de clientes. Y finalmente también ha caído el nicho convergente, donde la compañía ha notificado un retroceso de 8.000 abonados.
VODAFONE ANTE UN AÑO CLAVE
En la presentación de resultados, Vodafone ha hablado lógicamente de sus palancas de negocio. La digitalización, el 5G, los casos de uso… Incluso podría entrar en su estrategia de pymes y el negocio asociado a un segmento donde tradicionalmente se ha peleado poco, pero toca volver a conquistarlo ante la saturación comercial.
Pero la realidad para el operador rojo, que comparte con todas las compañías del sector, es que 2021 será un año complicado. Más que 2020, si cabe. El año pandémico, a fin de cuentas, se saldó con su importancia vital como empresas estratégicas para el desarrollo de la conectividad en el ámbito personal y profesional. Pero en este ejercicio la caza del cliente vuelve a ser agresiva. De hecho, los operadores no se guardan de definirlo así.
En este contexto, Vodafone se reafirma con la estrategia de captación de Lowi, que metió más de 230.000 usuarios a la compañía en el último año. Aunque el problema pervive: el bajo coste. Se pierden clientes de alto valor añadido que, en caso de recuperarlos, nunca llegan a tener la misma factura que antes de irse.
Y toda esta situación se desarrolla en pleno proceso de consolidación del sector de las telecomunicaciones. Tras la opa de MásMóvil sobre Euskaltel, el mercado descuenta que todavía se dé algún movimiento de mayor envergadura, y eso tendrá como protagonistas a Orange o Vodafone. No hay más alternativas. Sobre todo porque el regulador no permitiría ningún movimiento de Telefónica debido a su antigua posición de dominio que, todavía en algunos casos, mantiene con mano firme.
De esta manera, Vodafone España sigue estando en las quinielas para un movimiento. Y a buen seguro que cierta debilidad comercial no viene bien a sus intereses, sobre todo porque el gran punto de fricción en su acercamiento con la compañía dirigida por Meinrad Spenger se debió a los diferentes tamaños de las compañías, algo que ha cambiado.