Hubo una época, la de que coincidió con el “España va bien” de José María Aznar, en la que la gran banca española se expandía y se mostraba generosa a la hora de pagar a los trabajadores para que se acogieran a salidas muy bien pagadas. Eran tiempos de prejubilaciones de oro que parece que no volverán. Y es que las sucesivas crisis económicas, con la explosión de las cajas de ahorro por el medio, y la baja rentabilidad, han derivado en general en una reducción de las condiciones que ofrecen las entidades financieras, entidades que quieren reducir plantilla sin tirar la casa por la ventana.
Un ejemplo claro es el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) que está negociando con los representantes de los trabajadores un ajuste para 3.448 personas con unas condiciones que ni de lejos se acercan a las que tuvieron los empleados que salieron de la entidad tras la fusión del BBV con Argentaria, entidad que dio origen a BBVA.
Tampoco se parece el modo de llevar a cabo las salidas, pues mientras las bajas derivadas de la fusión con Argentaria se hacían “ad personam”, es decir, el banco se dirigía a los empleados y les ofrecía la prejubilación, ahora se enmarcan en un Expediente de Regulación de Empleo.
BOLSILLOS LLENOS
El 19 de octubre de 1999 BBV y Argentaria anunciaron su fusión. Eran dos plantillas muy grandes, sumaban casi 40.000 trabajadores entre las dos y tuvieron que emprender un ajuste de oficinas, servicios centrales y trabajadores. El ajuste no se hizo ni en un periodo corto de tiempo ni con acuerdo con los sindicatos. No hacía falta. La política del banco era ofrecer unas condiciones irrechazables. “A partir de los 56 años te daban hasta los 65 años el 90% del salario menos la cuota obrera de Seguridad Social y establecían un importe para que el trabajador pagase el Convenio Especial con la Seguridad Social, importe que tenía una revaloración anual”, recuerda un extrabajador bancario que negoció muchos acuerdos de los representantes de los empleados con la entidad. “Lo de entonces era más fácil porque el banco estaba en expansión había mucho dinero y el ajuste se hacía por un tema de organización no por necesidad”, dijo una fuente muy implicada en este proceso en relación a las reducciones de empleados como manera de recortar gastos ante la situación del sector por los tipos de interés y una rentabilidad que está lejos de la época de ROE del 15%-20%.
Además de las prejubilaciones generosas, hicieron aportaciones al plan de pensiones de las y mantenían las condiciones sociales y de préstamos se mantenían si para los que se iban prejubilados de BBV y Argentaria. En esta época no se produjeron apenas bajas incentivadas. “El modelo de salidas incentivadas no prosperó entre otras cosas porque la gente no se quería ir, nada que ver con lo que pasó después en otros procesos y segundo, si te ibas sin prejubilar perdidas los beneficios sociales”.
El ajuste con prejubilaciones que se hizo por la fusión de BBV y Argentaria no se llevó a cabo en periodo corto de tiempo sino que fue paulatino. “El ajuste no se hizo como se hacen ahora que saben cuántas oficinas van a cerrar y en cuanto tiempo. En este caso no se cerraron oficinas rápidamente”, señalan fuentes conocedoras de la situación del banco en aquella época. De hecho, agregan que el ajuste fuera escalonado tuvo mucho que ver la dificultad para llevar a cabo la integración los tres primeros años debido a que Argentaria no había hecho ni su integración informática ni organizativa ni de sucursales. “Había oficinas tenían terminales del Banco Exterior (BEX), de Caja Postal y de BBVA y se intercambiaban empleados para atender a los usuarios”, rememora para MERCA2 un ex bancario.
En el marco de la fusión y los años posteriores salieron de la entidad unas 10.000 personas desde 2000 a 2010, según señala a MERCA2 un histórico de las negociaciones para ajustar plantillas. Este destacado bancario ex BBVA acota que “no se pude acachar la totalidad a la fusión de BBV con Argentaria porque el proceso de digitalización del banco también provocó que se produjeran salidas de trabajadores” por los cambios producidos en el modo de hacer banca y de la relación de los clientes con las entidades, remarcan fuentes del sector financiero.
LAS CAJAS DE PANDORA
Las cajas de Ahorro españolas eran en muchos casos un gigante con los pies de barro y derivado de la crisis de 2007 hubo entidades inviables que acabaron siendo absorbidas para evitar su desaparición y BBVA fue clave en este proceso de salvación de entidades no viables. Así, 2007 se puede considerar que fue el principio del fin de la generosidad en las condiciones de salida. BBVA se quedó por un euro con Unnim (formado por antiguas Caixa Sabadell, Terrassa y Manlleu) en marzo de 2012 y en 2014 se hizo con BBVA en subasta por 1.187 millones. Estas compras derivaron en sendos procesos de ajuste de empleo posteriores mediante la figura del Expediente de Regulación de Empleo (ERE). “Nunca se había producido un ERE en el banco y ya en estos dos procesos las condiciones fueron muy inferiores a las del ajuste por la fusión con Argentaria”, dijo un ex alto dirigente de CC OO en el ámbito bancario que recuerda la cintura negociadora que tuvo BBVA para pactar un ERE que permitiera dar salida a la plantilla excedentaria de UNNIM.
En este acuerdo ya se aprecia una menor generosidad del banco. El ajuste fue para 600 personas. En el caso de las prejubilaciones (200), afectaron a los empleados de Unnim con 53 años o más y que llevaban trabajando en la entidad como mínimo una década. Les pagaban el 75% del salario bruto, hasta los 64 años, un abono del convenio especial con revalorización 3% anual, y aportación al fondo de pensiones. El pacto también incluyó excedencias pagadas (100/125), dimisiones voluntarias (130) para los empleados de 50 a 52 años y bajas voluntarias para el resto. En la segunda fase, para 2013, se instrumentó un sistema de traslados voluntarios, con oferta generalizada por parte de la empresa
En el caso del ERE en Catalunya Banc, las prejubilaciones (639) se ofrecieron a empleados de 55 años con antigüedad mínima de 10 años y el 70% del salario fijo anual hasta los 63 años, además de convenio especial revalorizable en un 3% anual y aportaciones al plan de pensiones hasta los 63 años y manteniendo las condiciones de préstamos y condiciones bancarias. El pacto incluyó excedencias pagadas (150), dimisiones voluntarias para los empleados de 50 hasta los 54 años, bajas voluntarias (75) y extinciones de relación laboral. También se ofrecieron traslados a quienes no se acogieron a las medidas voluntarias.
EL ERE QUE VIENE
Estas condiciones poco tienen que ver con las presentadas recientemente por BBVA a los sindicatos de cara a un ERE que el banco prevé para 3.448 trabajadores. Para empezar, no hay prejubilaciones para los mayores de 63 años, a los que ofrecen 20 días por año con un máximo de 12 mensualidades, mientras que sí hay prejubilaciones para quienes tienen entre 58 y 62 años. A estas personas les propone una retribución en forma de renta temporal del 65% del nivel retributivo anual (hasta los 63 años), descontando la prestación por desempleo y un abono del convenio especial a la Seguridad Social hasta los 63 años. Para los empleados de 56 y 57 años que tengan una antigüedad mínima de 15 años, BBVA propone una renta temporal del 60% del nivel retributivo anual, descontando la prestación por desempleo, y el abono del convenio especial a la Seguridad Social (hasta los 61 años).
A los mayores de 63 años que abandonen la entidad, BBVA ofrece una indemnización de 20 días por año trabajado, con un máximo de 12 meses, mientras que para el resto de la plantilla la indemnización es de 27 días por año trabajado, hasta un máximo de 18 mensualidades.