sábado, 23 noviembre 2024

Minuto cero: las claves históricas que dibujan la salida de la pandemia

El pasado 9 de noviembre fue el principio del fin. Las bolsas de todo el mundo reaccionaron con euforia a la noticia de que la vacuna fabricada por las farmacéuticas Pfizer y BioNTech tenía una eficacia del 90%. Un porcentaje increíblemente alto. Ahora, otro día 9, en esta ocasión de mayo, vuelve a ser otro nuevo principio del fin. Así, el final del Estado de Alarma supondrá la llegada de un nuevo marco de relaciones, desde sociales a económicas, que debe encaminar el día a día de los ciudadanos españoles hacía la normalidad.

Pero no se espera que sea instantáneo. Aunque sí bastante más rápido que los siete meses que han trascurrido entre ambos eventos. La nueva realidad a la que nos acercamos si empieza a esbozar una cierta normalización de la situación, aunque al principio solo parecerá una copia a lo que ya se podía hacer el año pasado durante le época estival. Y, en cierta manera, ambos presentes arrancan igual: con más libertad que en los meses posteriores y con limitaciones todavía evidentes. Pero el desenlace será muy diferente.

Así, el año pasado a medida que las medidas se relajaron los contagios subieron hasta el punto de que en agosto se introdujeron normativas más severas. Pero ahora eso no tiene porque ser así. La cuarta ola, mucho más pequeña que la tercera (incluso que la segunda), nos ha mostrado que la vacunación y los contagios ya vividos generan una especie de contención de la incidencia. El efecto será más marcado a medida que pasen la vacunación siga acelerándose. En otras palabras, a medida que llegue más libertad y los casos no repunten la normativa tenderán a ser más laxas. Hasta la llegada de la esperada normalidad.

EL GASTO SE DISPARARÁ EN LOS PRÓXIMOS MESES

Aunque no habrá normalidad como tal. En principio podremos ir recuperando toda nuestra vida antigua, pero con particularidades muy marcadas que ha acentuado la pandemia. En el plano económico eso se traduce principalmente en dos fuertes catalizadores: un fuerte impulso del gasto y una mayor predilección por el riesgo. Al menos, eso es lo que han demostrado los distintos episodios posteriores a una pandemia por los que ha transitado la humanidad en los últimos siglos.

Una de las razones más evidentes por la que la gente tiende a gastar más es porque durante las pandemias (o ciertos momentos transcendentales como las guerras) es que el ahorro ha crecido con fuerza. La definición más popularizada por el ahorro es que la detracción del consumo presente para consumir en un futuro. La explicación ya ofrece el detalle de que a medida que más capital se guarda de manera «forzosa» más gasto futuro se producirá.

Los eventos históricos recuerdan que durante todos ellos el ahorro se disparó. Durante los años más duros de la pandemia provocada por el virus de la viruela, allá por 1870, la tasa de ahorro en Gran Bretaña se duplicó. Japón también registró un incremento similar durante la I Guerra Mundial. En Estados Unidos esa tasa alcanzó nivel récord durante la gripe española. Un hito que se superó entre 1941 y 1945, en plena II Guerra Mundial, cuando los hogares americanos acumularon ahorros por el 40% del PIB.

Los antecedentes históricos coinciden con la situación actual. Aunque en mucho menos medida. Así, el Banco de España cifró en más de 22.500 millones, el 2,5% del PIB, el ahorro forzoso en los hogares españoles. La explicación a esa menor magnitud son los años que han durado los eventos, al fin y al cabo, la actual será la más corta (entre aquellas severas) de la historia. Gracias, eso sí, a la ciencia.

EL RIESGO SE VOLVERÁ MÁS ACUSADO CON EL PASO DE LOS MESES

La canalización de ese enorme montante de ahorro es más difícil de predecir. El ocio será una vía imprescindible, dado que también ha sido uno de los más castigados. Así, aquellos eventos en los que los gobiernos han sido más restrictivos son el primer gran epicentro del gasto. Los viajes, la restauración, el ocio nocturno concentrarán una parte importante del ahorro de los españoles. Pero también persistirán los miedos. De hecho, los investigadores conductuales han detectado de forma continuada que aquellos sujetos que viven mucho tiempo aislados son más propensos a volverse hipersensibles o asustadizos.

Por suerte, el regreso de la vida social tal y como la conocíamos será gradual. Pero hay otro tipo de gastos mayores que ya han empezado a hacerse. Así, las firmas inmobiliarias vuelven a ver la luz tras unos años complicados. La acumulación de ahorro ha permitido a muchos ciudadanos juntar una cantidad suficiente para dar el paso a comprar una vivienda, en especial, porque se ha logrado ese tan ansiado 20% del precio que exigen los bancos para ofrecer hipotecas. De hecho, la evolución del crédito en muchas firmas financieras ha crecido con fuerza gracias al empuje de este tipo de productos.

Aunque hay otro tipo de canalización del gasto que no está sobre la mesa, pero que la evidencia histórica refleja con fuerza: un aumento de la apetencia por el riesgo. Así, algunos historiadores encuentran evidencias acerca de que la peste volvió a los europeos más aventureros, hasta llevarlos al llamado nuevo mundo. Otros estudios señalan que la gripe española dio paso a «mayores expresiones de asunción de riesgos». Y, por último, un estudio escrito en 1949 para la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de EE. UU. describió como el número de nuevas empresas se disparó a partir de 2019.

La evidencia de que las personas se arriesgan más para crear nuevas formas de ganar dinero enlaza con el último elemento decisivo: las mejoras tecnológicas. Así, el FMI señaló en un informe que «los eventos pandémicos aceleran la adopción de robots, especialmente, cuando el impacto en la salud es severo y está asociado con una recesión económica significativa». Aunque eso no tiene que ser malo para los trabajadores, de hecho, les suele ir bastante mejor después de las pandemias. Con todo ello, los próximos años cambiaran el siglo irremediablemente y, parece, que será para bien.


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