Con permiso de la escudella y de la butifarra, los calçots son los platos más representativos de toda la gastronomía catalana. Pero está tan rico que no solo les gusta a ellos, sino también a los españoles. De hecho sirve como reclamo turístico para todas las personas que se acercan hasta esta región. Cuando es temporada, muchos de los bares y restaurantes de Cataluña incluyen en sus cartas y menús estas ricas verduras. Pero además también se organizan fiestas populares tanto en grandes ciudades como en pueblos pequeños con la excusa de comer uno de estos deliciosos platos. Por eso mismo, por si quieres comerlos en tu propia casa, te explicamos cómo preparar este delicioso plato tu mismo. Así que sigue leyendo si quieres enterarte de todo.
1El origen de los calçots
El origen de los calçots es bastante incierto. Hay quien dice que en la época de Imperio Romano ya se comían este tipo de cebollas alargadas. Y es que hay una pintura del s. III en el que aparece una persona comiendo un calçot. Sin embargo la versión más extendida sobre el origen de esta verdura la sitúa en la provincia de Tarragona. La leyenda cuenta que un payés llamado Xat de Benaiges probó una forma nueva de plantar cebollas. Es decir, las dejaba que germinasen y que creciesen un poco. Después las desenterraba. Y pasado un tiempo las plantaba de nuevo, pero esta vez solo la mitad. De manera que quedaba medio bulbo al aire. Y descubrió que al añadir tierra alrededor este se estiraba. Xat de Benaiges llamó a esta técnica “calçar”, calzar en castellano. Y ese es el origen del nombre de calçot.