Este tipo de lesión tiene una alta tasa de morbilidad y mortalidad y para reducir este riesgo se requiere una intervención quirúrgica lo antes posible
Las fracturas de cadera son cada vez más frecuentes dado el aumento de la población anciana. Este tipo de lesión tiene una alta tasa de morbilidad y mortalidad. Para reducir este riesgo se requiere una intervención quirúrgica lo antes posible», advierte la doctora Inmaculada Gómez Arrayás, jefe de la Unidad de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Ruber Internacional y de Ruber Internacional Centro Médico Habana.
Para esta experta, son una de las fracturas más frecuentes que se presentan en urgencias y equipos de traumatología ortopédica. «La mayoría de las fracturas de cadera son el resultado de una caída en personas de edad avanzada. Los factores de riesgo son numerosos, por antecedentes de caídas, alteraciones en la marcha, uso de ayudas para caminar, vértigos, mareos, enfermedad de Parkinson, efectos secundarios de medicamentos, entre otros. Todo ello unido a que presentan reducción de la calidad ósea (osteoporosis), es la causa fundamental de la mayoría de las fracturas de cadera», afirma la doctora Arrayás.
Más infrecuentes son las fracturas de cadera que ocurren en adultos jóvenes y suelen ser resultado de un traumatismo de alta energía.
De acuerdo a la doctora Gómez Arrayás, alrededor del 5% de las fracturas de cadera son patológicas, «es decir, la causa no fue una caída, sino que, el hueso tenía una patología previa, un tumor, metástasis, uso de medicaciones que pueden alterar el metabolismo óseo, osteoporosis muy avanzada, etc.»
La incidencia de fracturas de cadera es mucho más elevada en mujeres (más del doble) y el promedio de la edad de los pacientes que presentan una fractura de cadera es de 80 años.
Según la doctora, como estos pacientes suelen ser ancianos con antecedentes médicos complejos, es muy importante realizar, cuando ingresa, una historia clínica muy completa, descartar factores causantes de la caída (síncope, infarto…) y realizar una evaluación cognitiva.
«En la exploración de una fractura de cadera el paciente presenta dolor en la ingle al intentar movilizar la extremidad y la deformidad más frecuente que encontrarnos es el acortamiento de la pierna lesionada con el pie girado hacia afuera. Esto se acompaña de incapacidad para levantarse y caminar», explica Gómez Arrayás.
El diagnóstico, en la mayoría de los casos se realiza con radiografías de 2 proyecciones. «Pero hay un pequeño porcentaje (2-7%) que no se ven en la radiografía porque son fracturas trabeculares (se producen debajo del hueso), incompletas, nada desplazadas, que requieren una Resonancia Magnética (RM) o un TC (Tomografía Computarizada) para diagnosticarlas. Debemos realizarlas siempre que la sintomatología sea compatible y no se vea fractura en las radiografías», aclara la traumatóloga del Ruber Internacional.
El tratamiento de las fracturas de cadera es quirúrgico (salvo alguna contraindicación importante), y el tipo de cirugía dependerá de dónde se localice la fractura.
Para ello, la doctora Inmaculada Gómez Arrayás, explica los dos tipos de fracturas existentes.
«Están las fracturas que ocurren dentro de la cápsula articular de la cadera (intracapsulares, fracturas del cuello de fémur, subcapitales, basicervicales), cuyo tratamiento quirúrgico es una prótesis total o parcial de cadera y en algunos casos, si la fractura no tiene desplazamiento y hay buena calidad ósea se realiza una osteosíntesis, es decir, un sistema de fijación con tornillos canulados. Y las fracturas que se localizan por debajo de la cápsula articular (pertrocantéreas y subtrocantéreas), y su tratamiento es fijar la fractura conservando su cabeza del fémur (clavos intramedulares, tornillo-placa, etc.)»
Los pacientes con fractura de cadera pueden perder hasta 1 litro de sangre antes de ser intervenidos, por lo que, ya desde la urgencia es importante la reposición de líquidos y la transfusión si se precisa (en pacientes sobre todo que previamente tenían cuadros de anemia). Tal y como indica la Gómez Arrayás, una fractura de este tipo desestabiliza mucho al organismo y por ello es importante que un equipo multidisciplinar compuesto por Medicina Interna, Traumatología, Anestesia y Fisioterapia, evalúen al paciente y sigan su tratamiento para minimizar posibles complicaciones.
«El objetivo del tratamiento es restaurar el estado de movilidad que tenía el paciente lo antes posible y para ello el tratamiento de elección es la cirugía urgente, al menos en las primeras 24-48 horas, siempre habiendo optimizado previamente las condiciones del paciente. La cirugía temprana está relacionada con mejores resultados y, por lo tanto, se recomienda operar dentro de las 48 horas posteriores al ingreso ya que está demostrado en numerosos estudios que reduce la mortalidad y la tasa de complicaciones mayores», afirma la experta.
Distintas revisiones sistemáticas y metanálisis – continua la doctora -, llegan a la conclusión de que la cirugía temprana (dentro de las 24 a 48 horas) puede reducir el riesgo de mortalidad por todas las causas en pacientes de 60 años o más en un 20%. «La cirugía temprana también se asoció con una reducción de las úlceras por presión (escaras) y neumonía posoperatoria. Otra revisión sistemática también demostró que un retraso en la cirugía más allá de las 48 horas se asoció con un aumento del riesgo de mortalidad», subraya Inmaculada Gómez Arrayás.
El tratamiento conservador (no quirúrgico) de las caderas fracturadas se asocia con una mortalidad más alta a los 30 días y al año.
La rehabilitación postoperatoria es tan importante como la cirugía. Se requiere fisioterapia intensiva regular para fomentar la rápida progresión de la movilidad. «Los pacientes deben sentarse y movilizarse inmediatamente después de la cirugía. Y podrán iniciar deambulación con carga parcial al día siguiente salvo fracturas muy inestables o pacientes que por su comorbilidad requieran retrasar la marcha», asevera la especialista.