sábado, 23 noviembre 2024

La discriminación de la Generalitat lleva a la ruina a la restauración de los centros comerciales

La restauración en los centros comerciales agoniza. Los créditos ICO pedidos en el primer estado de alarma se han agotado, el reguero de cierres se sucede y por ende la «ruina» de un sector que denuncia la discriminación de la Generalitat hacia estos establecimientos, pese a las medidas sanitarias y controles de aforo impuestas.

El Procicat, el organismo encargado de levantar o endurecer las restricciones en Cataluña, ha ampliado los horarios de la restauración, pero solo de aquella situada fuera de los centros comerciales. A juicio de los empresarios afectados se trata de una flagrante «discriminación» tras cinco meses cerrados a cal y canto.

Estas empresas con sus empleados no pueden abrir desde el pasado 15 de octubre en Cataluña, pero han pedido al Procicat que les permita abrir a partir de este lunes, 22 de marzo, aunque permanecen a la espera de la decisión de un juez sobre las medidas cautelares.

CIERRES SIN JUSTIFICACIÓN

Las razones esgrimidas por el Ejecutivo de Pere Aragonés suenan vagas en comparación con la Comunidad de Madrid. Ambas tienen niveles similares de contagios en estos momentos, pero la capital ha decidido apostar por la economía y la salud, mientras que la Generalitat «discrimina» y criminaliza a sectores de la restauración debido a su limitación de horarios y su localización.

El Govern de Cataluña sólo permite abrir a los locales de la restauración situados fuera de los centros comerciales. Si un restaurante está situado en el interior de un centro comercial permanece cerrado, pero existe un vacío legal respecto a los que tienen entrada directa desde la calle, normalmente las grandes franquicias. Esta parte de la restauración ha tenido que negociar los alquileres con los propietarios de los centros. En teoría, no pueden pagar más del 50% de la cuota, según decretó la Generalitat. Sin embargo, en determinados centros no se han producido negociaciones e incluso se llega a pagar el 100% del alquiler, motivo por el que se han presentado las primeras demandas.

La justificación es «nula«, según denuncian desde el sector, ya que en las entradas de los centros comerciales hay controles de aforo, toma de temperatura y gel para las manos. Un hecho que no sucede en los bares y restaurantes situados de puertas para afuera. Además, la Generalitat permite, entre otras actividades, acudir al cine y comer palomitas en el interior; ir al gimnasio en el interior de estos centros y poder ducharse; o bien realizar actividades extraescolares, incluidas salidas a estaciones de esquí, con forfait incluido, como ha corroborado este medio con un colegio privado del Vallés Occidental en Cataluña.

LA ROCA VILLAGE, BONIFICACIONES DEL 100%

Andrés, con más de 16 establecimientos, y Josep Andreu, propietario de ‘Andreu La Xarcuteria‘, son dos empresarios que sufren de primera mano estas «arbitrarias» medidas de la Generalitat. «Las empresas son personas y por estar dentro de un centro comercial no se puede discriminar», ha afirmado Josep Andreu a preguntas de MERCA2. Un gobierno democrático no puede discriminar a las personas», ha afirmado rotundo sobre la situación crítica que atraviesa esta parte de la restauración.

«Fuera del centro comercial puedes estar abierto, pero en cambio dentro no», se lamenta este empresario con presencia en La Roca Village, el centro comercial que mejor ha tratado a sus tiendas con bonificaciones del 100% en el alquiler y tan sólo un variable en los pedidos para llevar, un sistema que sería inviable en otros centros comerciales. «Es un centro comercial distinto», ha elogiado, ya que no se considera un mero cliente, sino un «colaborador«. «Al final vamos de la mano en tiempos difíciles, como ahora», ha dicho.

«Tenemos cerrada la terraza y solo podemos ofrecer servicio para llevar», ha afirmado el dueño de la cadena charcutera. Antes de la pandemia empleaba a cerca de 120 empleados, a día de hoy cuenta con 90, una merma debido a la arbitrariedad de las restricciones, que ha provocado una escasa afluencia de público.

MEDIDA COMPLETAMENTE ARBITRARIA

«Nos discriminaban por ser centro comercial y seguimos discriminados por estar en un centro comercial», ha denunciado en la conversación telefónica con este medio. «No hay argumento sanitario que avale este cierre, de hecho son los únicos sitios con controles sanitarios en las puertas», ha criticado.

Andrés, por su parte, insiste en la petición de abrir el próximo lunes y se de marcha atrás a la decisión «completamente arbitraria y discriminatoria» de la Generalitat. «No guarda ningún tipo de sentido que un restaurante de calle pueda abrir y nosotros no», ha considerado.

El dueño de 16 establecimientos en distintos centros comerciales ha considerado «mínimas» las ayudas para paliar el reguero de pérdidas. Los cálculos realizados suman entre 13.000 y 14.000 euros mensuales por local para percibir unos 3.000 euros por cada uno de ellos. Mientras, ha tenido que hacer frente a los 8.000 euros fijos al mes, junto a los gastos de la Seguridad Social y los suministros. «Es una ruina», se sincera. Para hacer frente a la situación ha tenido que recurrir a los créditos ICO, pero los números empeoraron a partir del 15 de octubre. El empresario tenía al 90% de la plantilla fuera del ERTE entonces y contaba antes de la pandemia con 180 empleados, una fuerza laboral que se ha reducido desde entonces a raíz de las restricciones.

ENVIDIA DE MADRID

Hay restauradores que no pueden más. «Muchos operadores no van a abrir más. Uno de mis establecimientos ya no va a abrir más», ha dicho. Si los dueños no aflojan en su pretensión de cobrar más por el alquiler, pese al decreto de la Generalitat, Andrés está dispuesto incluso a abandonar el centro comercial. «Si al final no se llegan a acuerdos, cierro y ahí te lo quedas», ha advertido.

Este empresario mira a Madrid, donde tiene buenos conocidos. Para él, las medidas de Isabel Díaz Ayuso han permitido el equilibrio entre economía y saludo. Son medidas con «más laxitud» con niveles de contagios y mortalidad parecidos a los de Cataluña. «Los índices son muy similares«, ha considerado. «En Madrid están salvando los muebles«, ha afirmado. «Aquí con restricciones, sin ayudas y la pandemia campando…», se ha lamentado. Por este motivo, insiste en la necesidad de abrir, con las medidas, y poder continuar adelante con sus negocios.

De hecho, también ha pensado en los empleados, algunos de ellos con más de un año sin trabajo. Así, ha activado un programa propio para motivarles una vez se permita para equilibrar no sólo la economía sino también la salud psicológica. «Ha sido un golpe muy duro para unos empleados jóvenes«, ha justificado. Así, espera poder llevarles a hacer actividades para reactivarse de nuevo y engancharse a la empresa.


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