Aunque la leche es un alimento que se considera básico dentro de la pirámide nutricional, cada vez existen más estudios que ponen de relieve que quizá esta bebida no sea tan sana como pensamos. No en vano en los últimos años ha aumentado el número de personas que son intolerantes a la lactosa o no pueden digerir algunas de las proteínas de la leche.
Con frecuencia estos problemas no están asociados a la leche en sí misma, sino al proceso de producción, ya que es normal que las vacas sean sometidas a sobreexplotación y que además cuenten en sus organismos con una gran cantidad de antibióticos, lo que acaba afectando a la calidad de la leche y, en consecuencia a nuestra salud.
7Aumenta la aparición de acné y arrugas
La leche suele ser rica en grasa, colesterol y hormonas, por lo que su consumo habitual hace que seamos más propensos a desarrollar acné incluso una vez pasada la pubertad. De hecho, dejar la ingesta de leche puede dar lugar a una mejora notable en el estado de la piel si se está padeciendo un brote de acné.
Con las arrugas ocurre algo similar, la combinación de hormonas y grasa de la leche afecta al estado de la piel también en lo referente a la aparición de los signos de la edad, haciendo que quienes toman más leche sean más propensos a la aparición de arrugas.