Aunque la leche es un alimento que se considera básico dentro de la pirámide nutricional, cada vez existen más estudios que ponen de relieve que quizá esta bebida no sea tan sana como pensamos. No en vano en los últimos años ha aumentado el número de personas que son intolerantes a la lactosa o no pueden digerir algunas de las proteínas de la leche.
Con frecuencia estos problemas no están asociados a la leche en sí misma, sino al proceso de producción, ya que es normal que las vacas sean sometidas a sobreexplotación y que además cuenten en sus organismos con una gran cantidad de antibióticos, lo que acaba afectando a la calidad de la leche y, en consecuencia a nuestra salud.
6La leche tiene una alta presencia de hormonas
Muchas de las vacas lecheras están embarazadas, y a ello hay que sumar que con frecuencia se inyecta a las vacas hormonas femeninas para estimular la producción de leche. Ocurre en este caso lo mismo que con los antibióticos, que sin que seamos conscientes esas hormonas acaban en nuestro organismo.
La ingesta de hormonas femeninas a través de la leche tanto por parte de los hombres como por parte de las mujeres puede dar lugar a problemas endocrinos que afecten al normal funcionamiento del sistema hormonal, así como a una pubertad precoz en el caso de las niñas, con un desarrollo que llega antes de lo que sería natural.