Aunque la leche es un alimento que se considera básico dentro de la pirámide nutricional, cada vez existen más estudios que ponen de relieve que quizá esta bebida no sea tan sana como pensamos. No en vano en los últimos años ha aumentado el número de personas que son intolerantes a la lactosa o no pueden digerir algunas de las proteínas de la leche.
Con frecuencia estos problemas no están asociados a la leche en sí misma, sino al proceso de producción, ya que es normal que las vacas sean sometidas a sobreexplotación y que además cuenten en sus organismos con una gran cantidad de antibióticos, lo que acaba afectando a la calidad de la leche y, en consecuencia a nuestra salud.
5Es rica en antibióticos
Las leches industriales suelen tener un alto contenido en antibióticos. Estos se inyectan a las vacas para que crezcan más rápido, den más leche y estén en mejores condiciones físicas. Pero una parte de esos medicamentos pasa a su leche, así que podemos llegar a ingerirlos sin ser conscientes de ello.
El resultado es que poco a poco las bacterias que hay en nuestro organismo se hacen resistentes a los antibióticos y cuando aparece un problema de salud relacionada con una de ellas resulta muy complicado tratarlo con los antibióticos de uso habitual, siendo necesario recurrir a medicación más fuerte y con más efectos secundarios.