Aunque la leche es un alimento que se considera básico dentro de la pirámide nutricional, cada vez existen más estudios que ponen de relieve que quizá esta bebida no sea tan sana como pensamos. No en vano en los últimos años ha aumentado el número de personas que son intolerantes a la lactosa o no pueden digerir algunas de las proteínas de la leche.
Con frecuencia estos problemas no están asociados a la leche en sí misma, sino al proceso de producción, ya que es normal que las vacas sean sometidas a sobreexplotación y que además cuenten en sus organismos con una gran cantidad de antibióticos, lo que acaba afectando a la calidad de la leche y, en consecuencia a nuestra salud.
2La leche estimula la mucosidad
Cuando nos duele la garganta solemos recurrir al típico truco de tomar leche caliente con miel, ya que esto suaviza la zona y reduce la inflamación y la tos. Pero si tienes mocos, tomar leche podría provocar un efecto contrario al buscado y hacer que te sientas peor.
Está comprobado que la leche estimula la producción de mucosidad, así que deberías sacarla de tu dieta mientras estás resfriado o si sufres algún problema respiratorio como una alergia o algo similar. Notarás que tus niveles de mucosidad están mucho más bajo control.