Aunque la leche es un alimento que se considera básico dentro de la pirámide nutricional, cada vez existen más estudios que ponen de relieve que quizá esta bebida no sea tan sana como pensamos. No en vano en los últimos años ha aumentado el número de personas que son intolerantes a la lactosa o no pueden digerir algunas de las proteínas de la leche.
Con frecuencia estos problemas no están asociados a la leche en sí misma, sino al proceso de producción, ya que es normal que las vacas sean sometidas a sobreexplotación y que además cuenten en sus organismos con una gran cantidad de antibióticos, lo que acaba afectando a la calidad de la leche y, en consecuencia a nuestra salud.
1No refuerza tus huesos
La leche tiene calcio de forma natural, incluso hay leches a las que se les ha añadido calcio, pero no hay evidencias de que en ningún caso esto pueda reforzar nuestros huesos. Si sufres problemas en los huesos como osteoporosis o una baja densidad ósea no vas a solucionar el problema por mucha leche que tomes.
Piensa en la dieta oriental, en la que la presencia de los lácteos es nula. Cabría pensar que si no toman lácteos y por tanto su ingesta de calcio es menor, el índice de osteoporosis será mayor, pero no es así. Las mujeres orientales sufren osteoporosis más o menos con la misma incidencia que las occidentales, lo que demuestra que la leche no refuerza tus huesos.