sábado, 23 noviembre 2024

La vacuna de J&J también llegará a cuentagotas: ¿por qué es tan difícil crear dosis a gran escala?

El aciago avance de la vacunación en la Unión Europea sufrirá un nuevo contratiempo. Así, la gran esperanza para acelerar el paso, la vacuna de una dosis de Johnson & Johnson (J&J), no llegará prácticamente hasta abril. Además, durante las primeras semanas lo hará a cuentagotas y difícilmente logrará cumplir con el objetivo de entregar 55 millones de dosis hasta el 30 de junio, según informó Reuters.

Así, el gigante farmacéutico sigue los pasos de sus otros competidores y reconoce problemas de producción en los primeros días de vida de cada vacuna. De hecho, ya en diciembre Pfizer solo pudo entregar la mitad de las dosis comprometidas y más recientemente los problemas de AstraZeneca provocaron un duro enfrentamiento entre compañía y los políticos europeos. Pero ¿Qué hace que sea tan difícil poder producir esa cantidad de dosis que en un momento dado se habían prometido?

La respuesta más corta es que las vacunas como la de J&J o AstraZeneca se enfrentan al problema mismo de la vida: construir un entorno biológico estable y productivo. Ambas compañías han optado por la fabricación más clásica, esto es crear cultivos celulares (en enormes tanques llamados biorreactores) que actúan como huéspedes del virus y que luego se utilizan de una u otra forma para fabricar la vacuna en cuestión. Los cultivos van desde células de riñón de humano, de mono u ovario de hámster de tal manera que se crea un entorno permanentemente vivo.

El virus introducido en dichos cuerpos puede ser, a su vez, de distinta forma ya sean versiones debilitadas, muertas o solo proteínas virales aisladas. De hecho, en el caso de la vacuna de AstraZeneca se trata de un simple resfriado de Chimpancé que provoca que el sistema inmune responda hasta el punto de ser capaz de acabar con el coronavirus.

LA PRODUCCIÓN DE VACUNAS (COMO LA DE J&J O ASTRAZENECA) ES UNA CIENCIA INEXACTA

Como puede comprobarse, la producción final tiene que ver con la reacción que estos cultivos proporcionen. Al final, las fábricas de vacunas tradicionales no son más que granjas de cuerpos celulares que son ordeñados. Aquí está el gran problema y, es que, no todos los cultivos responden igual y, lo más importante, es que es muy difícil saber a ciencia cierta porqué unos sí funcionan a pleno rendimiento, mientras otro no. Una de las claves es la salud subyacente de las células, pero obviamente no es el único.

Este es uno de los problemas al que se refería AstraZeneca a finales de enero en su disputa contra la Unión Europea. De hecho, Pascal Soriot explicaba a La Repubblica, un periódico italiano, que «el mejor sitio que tenemos produce tres veces más vacunas de un lote que el sitio de menor producción».

Pero no solo hay problemas en los cultivos biológicos, sino que también en los tiempos para producirlos. Así, montar un laboratorio desde cero lleva al menos cerca de nueve meses y, eso solo, con un socio especializado, exclamaba también AstraZeneca acerca de los problemas que estaba experimentando. En definitiva, los ganaderos (y otros profesionales dedicados a la cría de seres vivos) saben de sobra que este tipo de operaciones son más un arte que una ciencia. Por ello, todas las firmas que se enfrentan a los inmensos pedidos perpetrados por los equipos comerciales terminan claudicando una y otra vez.


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