BBVA sigue deshojando la margarita acerca de qué hacer con el exceso de capital de la venta de su división bancaria en Estados Unidos. La ruptura de las negociaciones con Banco Sabadell abrió la vía de reforzar su posición en Turquía, su tercer mercado más importante. Una alternativa por la que cada vez parece más decantado el actual consejero delegado, Onur Genç, que advirtió recientemente ante los inversores que «es un gran mercado en términos de fundamentales» y que «son inversores a largo plazo». Ahora, además, cuenta con dos nuevos aliados: el Banco de España y el petróleo.
Casi un año y medio atrás, el banco de inversión Alantra daba algunas pistas sobre el camino futuro que podía tomar la entidad que preside Carlos Torres. En pocas palabras, los analistas de la firma abogaban por una venta de la filial estadounidense para después reforzar su posición en Turquía y/o, principalmente, en España. La opción primera, explicaban, debería venir avalada por el hecho de que «obtener» un mayor porcentaje en el país del Bósforo permitiría al banco «balancear mejor los retornos en proporción al riesgo».
Ese efecto se pudo observar con fuerza en 2020. Así, la filial turca de BBVA, Garanti, proporcionó hasta un 14,3% de los beneficios pese a que sus activos apenas pesan un 8,3% en el balance del grupo. Ese porcentaje todavía podría ser más atractivo en el caso de que la firma española asumiese (hipotéticamente) el 100% de Garanti, dado que podría incrementar notablemente los beneficios sin un coste excesivo de capital en forma de balance. De hecho, la cifra total de los resultados de Turquía hubieran ascendido a ser cerca de un 30% del total, lo que supone, además, hacer de contrapeso frente a la excesiva dependencia del mercado mexicano.
BBVA NECESITA GANAR PESO EN TURQUÍA EN LOS PRÓXIMOS AÑOS
Pero hay otro elemento, escondido en las palabras de Genç y Torres, que da más fuerza a la opción turca. Así, el equipo directivo de la entidad siempre ha hablado de una característica indispensable para hacer cualquier movimiento corporativo: la escala o el tamaño del banco en relación con el mercado y sus competidores. De hecho, esa fue una de las razones por la que se decidió salir de EE. UU. En el caso turco, entre los diez mayores bancos del país contienen el 90% del mercado, pero Garanti apenas es el quinto más grande si se cuentan los públicos.
Por ello, de cara a futuros movimientos corporativos de cara a una concentración bancaria en Turquía, que llegará con el paso del tiempo, la entidad española debería aumentar su porcentaje para no quedar diluido. Por ello, cuando Genç habla de que son «inversores a largo plazo» evidentemente tendrá en cuenta dicho escenario. Así, los beneficios potenciales de una operación (también las necesidades) son elevados, pero no se ha producido ningún movimiento. Al contrario, por ejemplo, de ese primer intento con Sabadell. Las razones, al menos, podrían ser tres diferentes.
En primer lugar, que el banco todavía mantiene la cautela, dado que la operación en EE. UU. todavía no se ha ejecutado. En segundo lugar, el precio para adquirir otro porcentaje representativo de Garanti se ha disparado con fuerza en los últimos meses. La operación de compra se deberá ejecutar en mercado abierto, dado que el resto de la entidad está en manos de accionistas institucionales como Blackrock o Vanguard y minoristas. Un movimiento que se encareció a medida que BBVA notificaba sus desinversiones. De hecho, entre finales de octubre y principios de enero el precio de las acciones se disparó hasta un 54,8%. Por último, el recelo del BCE.
EL BANCO DE ESPAÑA RESPALDA LA VÍA TURCA
Pero esos frenos a una posible operación podrían desaparecer a lo largo del 2021. BBVA debería contar con la aprobación de la venta de su división en Estados Unidos en los próximos meses. De hecho, según el propio anunció realizado por la entidad, se espera que el acuerdo se cierre finalmente a mediados de 2021 una vez que se hayan obtenido las aprobaciones regulatorias requeridas.
Por otro lado, el precio de las acciones de Garanti llevan desde enero cayendo, lo que supone abaratar la operación. Así, en lo que va de año los títulos del banco han llegado han perdido un 16,3% de su valor. Además, ese hundimiento podría ser más marcado en los próximos meses. El catalizador sería el petróleo. Turquía es un país muy dependiente del precio del crudo, así a medida que su precio es más alto el crecimiento de la economía se resiente. Al ser el sector bancario un negocio cíclico es de esperar que si se mantiene los precios actuales a lo largo del año, como se espera, las entidades otomanas sufran en Bolsa.
Por último, el recelo del BCE podría mitigarse con el reconocimiento de que las autoridades turcas se toman en serio su papel monetario. Allá por 2018, durante la crisis turca, el supervisor bancario alertaba por la exposición de BBVA, también de BNP y Unicredit, por el desplome de la lira y aconsejaba que al país a actuar de forma más cla´sicaa. Curiosamente, este pasado lunes el Banco de España emitía un informe macroeconómico sobre el país en el que apuntaba que las autoridades del país estaban tomando esa actitud y que se mantendría de cara a los próximos años: «a partir de noviembre se anunció la vuelta a una política monetaria más ortodoxa (…) en el tramo de 2021, el banco central turco ha insistido en el compromiso de mantener la política monetaria restrictiva durante un largo periodo -y endurecerla más aún en caso necesario-.»