La banca teme que el lanzamiento del llamado euro digital, que todavía está en estudio por parte del Banco Central Europeo, sea la puerta de entrada al negocio bancario español para los gigantes tecnológicos. Un miedo que ha puesto recientemente de relieve Caixabank. Así, la firma catalana señala en sus cuentas anuales consolidadas que la puesta en funcionamiento de la divisa digital europea representaría un «ejemplo ilustrativo» de la «entrada en el sistema bancario europeo de agentes distintos a los bancos». Un acontecimiento que la propia entidad ya tiene incluido entre los riesgos «estratégicos» a los que se debe enfrentar en un futuro.
La amenaza de la llegada de los gigantes tecnológicos, con todo lo que conllevaría, al sector bancario lleva años encima de la mesa. Como una profecía que nunca termina por cumplirse. Pero nada más lejos de la realidad. De hecho, cada una de esas grandes firmas digitales han ido ejecutando pequeños movimientos con el paso del tiempo para asomar la cabeza. Google obtuvo en 2018 una licencia como banco para operar en Europa, un año antes Facebook logró el permiso para operar como entidad de dinero electrónico en España. Apple ya posee una tarjeta física y gracias a su aplicación Apple Pay ya es un gigante mundial en pagos.
Curiosamente, Caixabank avisa en su informe anual acerca de esas mismas áreas de negocio, dado que son las que se verían más afectadas con la entrada del euro digital: «La potencial emisión de un euro digital podría suponer la entrada en el sistema bancario europeo de agentes distintos a los bancos, por ejemplo, entidades de pago y entidades de dinero electrónico». Aunque la misma entidad avisa, además, de que no solo se trata de las grandes tecnológicas.
CAIXABANK ALERTA DEL ADVENIMIENTO DE LAS BIGTECHS
Así, desde hace años la propia Caixabank advertía de que preveía «un incremento de la competencia» debido a la llegada de nuevos entrantes, tales «como Fintechs y Agile NeoBanks«. Una advertencia que, además, en este 2020 ha sido más palpable que nunca y que en 2021, y así en adelante, lo volverá a ser más. La razón es que a medida que el canal digital se impone como el principal eje de captación y gestión de los clientes el efecto llamada es mayor. Unas condiciones que se han visto aceleradas por el efecto de la actual pandemia.
Una vez se produzca dicho desembarco, el sector cambiará para siempre. Entre los principales problemas que la entidad catalana prevé una vez se produzca estaría «la desagregación y desintermediación de parte de la cadena de valor, lo que podría comportar un impacto en márgenes y ventas cruzadas, al competir con entidades más ágiles, flexibles y con una estructura de costes muy ligera». De ahí que la respuesta de las entidades sea la búsqueda de «colaboraciones» con algunas de esas firmas más disruptoras.
Los efectos anteriores, son similares a los que se aprecian con la llegada de la divisa digital para la firma catalana. Así, Caixabank señala que «en la medida en que los medios de pago asociados al euro digital podrían sustituir a los medios electrónicos actuales, los bancos podrían perder la información que aporta la transaccionalidad de los clientes en función de su operador final». En otras palabras, que los nuevos agentes ocuparían ese lugar de intermediarios, en pagos o en la gestión de cuentas, que tradicionalmente han ocupado los bancos quedándose una parte importante del pastel del negocio.
EL CABALLO DE BATALLA DEL SECTOR ESTÁ EN LA REGULACIÓN
Aunque todo eso está supeditado a la regulación que exija el BCE a las nuevas firmas tecnológicas. En el caso más concreto del euro digital, la entidad catalana apunta a que ese escenario se produciría en el caso de que «se les autorizara la intermediación de la gestión de las carteras de euros digitales (e-wallets)». Aunque va más allá, dado que Caixabank reconoce que el cambio en el negocio bancario por llegada de las BigTechs a Europa, y por extensión a Europa, «podría agravarse si las exigencias regulatorias aplicables a estos nuevos competidores no se equiparase a las actuales de las entidades de crédito».
Por ello, las exigencias por parte de la banca a las autoridades europeas de una nueva regulación para dichos actores digitales han sido constantes. Sin ir más lejos, a principios de este 2021 la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, pedía un «reseteo» de la regulación en una columna de opinión en el Financial Times. Además, Botín subrayó la necesidad de «nivelar el campo de juego», no para dar una ventaja a los bancos, sino para eliminar la ventaja que las empresas de tecnología han tenido durante los últimos 10 años.
Unos cambios que todavía están por llegar, mientras las malas noticias se acumulan para los bancos. De hecho, el caballo de Troya de las BigTechs, al menos para Caixabank, podría llegar antes de tiempo. Así, uno de los miembros del Consejo del BCE, Fabio Panetta, aseguraba recientemente en medio alemán Der Spiegel que el proyecto de moneda digital europea está ya listo y que «lanzar el euro digital en diferentes ciudades en una fase de prueba sería una decisión inteligente». Aunque su adopción total, como moneda real de intercambio frente al euro físico, no llegará hasta dentro de cuatro o cinco años. Un escenario que parece lejano, pero que a la velocidad que se suceden los acontecimientos podría adelantarse.