José Antonio Álvarez firmó -simbólicamente- su retiro dorado en septiembre de 2018. Así, el que todavía era (y lo es ahora) consejero delegado de Banco Santander dejaría paso a un nuevo sucesor, Andrea Orcel. En sus cuatro años de mandato, Álvarez se ocupó de la limpieza del balance del banco; también de minimizar el impacto del Brexit en la filial del grupo; afrontar una crisis considerable en su región más rentable, Brasil; y, todavía más importante, liderar la compra y la posterior digestión de Banco Popular.
Para el nuevo CEO, el trabajo sería el de reequilibrar la plantilla en España una vez incorporados los trabajadores de Banco Popular. Además, Orcel debería encargarse, junto a la presidenta, Ana Botín, de acelerar la digitalización del grupo de cara a una transformación a medio plazo del Santander. Pero, como es de sobra conocido, la operación no se cerró nunca y el hombre de confianza de Botín tuvo que arremangarse la camisa, una vez más, para ocuparse de dichas líneas maestras. Aunque lo que nunca esperó el leonés es que de nuevo se vería obligado a ir más allá.
Así, la pandemia actual ha llevado al límite el negocio de los bancos por dos motivos: primero, porque la crisis está siendo muy severa. Tanto a nivel económico, dadas las caídas históricas del producto interior bruto de todos los países, como a nivel financiero al secar la tesorería de las empresas. Unos problemas, en forma de mora, que irán apareciendo a medida que los Gobiernos levanten las moratorias existentes. En segundo lugar, porque ha acelerado la marcha de los clientes hacía el entorno digital, lo que obliga a las entidades a ajustar su estructura a la nueva velocidad.
EL EXIGENTE 2020 QUE VIVIÓ EL BANCO SANTANDER
Un escenario complejo que ha absorbido completamente a Álvarez. El leonés apoyado por su mano derecha José García Cantera, el director financiero de Banco Santander, ha comandado la ofensiva de la entidad en materia de financiación para las empresas. «En España, hemos sido muy activos en el apoyo a nuestros clientes, siendo muy activos con la financiación del ICO, donde otorgamos 31.000 millones de euros desde que se declaró el estado de alarma», explicó el consejero delegado a los analistas en la conferencia de los resultados anuales.
Aunque el mayor reto está siendo el de la transformación a medio o largo plazo. Principalmente, porque exige una reestructuración de la plantilla mucho más ambiciosa de la que había vivido el banco en años anteriores. Un papel que recae íntegramente sobre Álvarez. En cuanto a los expedientes de regularización de empleo se hablado mucho de sus costes, del ahorro o de las condiciones para los que dejan el banco, pero muy poco del desgaste que supone para el equipo directivo ejecutar uno de ellos. En el caso de Banco Santander, bajo la dirección del actual consejero delegado, ya son muchos.
En primer lugar, cualquier ERE exige un estudio milimétrico de la empresa ahora y en un futuro, dado que se debe mantener el servicio con menos personal. Los informes se crean desde abajo, pero a medida que son más sólidos van ascendiendo hasta llegar al propio Álvarez. Un trabajo muy costoso que luego debe ser evaluado por el consejero delegado y su equipo de confianza. Al fin y al cabo, el ejecutivo tiene prácticamente la última palabra. Todo ese costoso trabajo continúa añadiendo distintas hipótesis, que van desde el crecimiento de clientes digitales a la cuota de mercado en cada región, hasta que se llega a una cifra que será la oficial.
ÁLVAREZ HA ESTADO DETRÁS DE SALIDA DE MÁS DE 9.100 EMPLEADOS SOLO EN ESPAÑA
Aunque el estudio supone la mayor parte del tiempo en la ejecución de ERE todavía quedan elementos importantes. Álvarez y su equipo, en consonancia con el de finanzas liderado por García Cantera, deben crear una estrategia de negociación con los sindicatos con unas líneas rojas insalvables, pero sin parecer demasiado duros. Todo ello, se acompaña de otro tipo de estrategias conjuntas con otras áreas para que la imagen del banco no se vea muy dañada. Así, posteriormente a la hoja de ruta de las negociaciones se trazan las grandes líneas en el área de recursos humanos o comunicación que son los encargados de ejecutar las salidas y amortiguar el golpe, respectivamente.
En todo el proceso, el consejero delegado debe estar vigilante de que la estrategia en materia de finanzas, recursos humanos y comunicación se cumplan respecto al plan previsto. Al final, es un proceso que genera mucho desgaste, pero que también es imprescindible. En el caso de Álvarez la noticia no es tanto sus buenos resultados en la materia, como todos los que ha vivido. De hecho, la entidad ha anunciado uno por año durante los últimos cuatro, lo que han supuesto las salidas de más de 9.100 empleados solo en España.
Pero las aspiraciones del Santander, ser un solo banco digital en Europa, exige ir más allá. De hecho, la entidad todavía tiene aprovisionados cerca de 500 millones para más salidas en los distintos países en los que opera en el viejo continente, según las cuentas del propio consejero delegado. Así, una vez ejecutados Álvarez habrá contribuido a crear una base sólida para el despegue de One Santander, PagoNxt y Consumer Digital y, con ello, acabado su último gran trabajo para el banco. Eso sí, como dice el argot taurino, siempre y cuando las autoridades y el tiempo lo permitan.