Las apps de las plataformas de delivery están acumulando una gran cantidad de información de los usuarios, y sus preferencias de consumo que se están convirtiendo en ‘la gallina de los huevos de oro’ para algunas de estas compañías, ya que los están utilizando para generar marcas propias e instalarse en nuevos segmentos de mercado.
Datos tan valiosos como qué piden los clientes, en qué franjas horarias, en qué zonas de la ciudad hay más demanda de cierta gastronomía, cuál es el ticket medio de gasto o qué días de la semana hay un mayor consumo, están siendo analizados por las compañías que lideran el sector de la comida a domicilio con un único propósito: quitar la cuota de mercado a la competencia e instalarse en nuevos segmentos.
De este modo, primero ocurrió con las ‘dark kitchen’ o ‘cocinas fantasma’: en su origen, Glovo y Deliveroo apostaron por transformar locales en cocinas gigantes y alquilarlas a diferentes hosteleros para fomentar su negocio online. Pero al poco tiempo, vieron un claro negocio y optaron por crear estas cocinas y contratar ellos mismos a los cocineros, y dieron luz a nuevas firmas.
Por ejemplo, un cartel fuera de una de estas cocinas opacas, cuyo propietario se desconoce, publicita marcas como Rooster, La Tentazione, Sushi Daily o Raw Coco, unas firmas que supuestamente han sido creadas por alguna de las plataformas de delivery.
En declaraciones a MERCA2, Fernando García, representante sindical de UGT y Riders X Derechos, y a su vez rider en varias de estas plataformas, explica que las primeras cocinas fantasma se crearon en la periferia para servir a aquellos clientes a quienes otras marcas no llegaban, lo que supuso una dura competencia para los hosteleros de la zona.
Pero, más tarde, se han instalado en el centro de las ciudades para quitar cuota de mercado a hosteleros más potentes. De hecho, el representante sindical denuncia que “estas plataformas roban el negocio a la hostelería, no solo por las abusivas comisiones que exigen a los empresarios, sino también porque les están subiendo aún más las comisiones para potenciar sus propias marcas”. De este modo, los comerciantes se ven obligados a incrementar sus precios y el cliente se decanta por las nuevas marcas creadas por estas compañías de comida a domicilio.
Pero algunas de estas plataformas dan un paso más allá y han creado ‘supermercados fantasma’, nadie sabe que existen, pero están. Por ejemplo, en Madrid hay tres, uno de ellos ubicado en la calle Goya y otro en Chamberí. Solo los preparadores de pedidos y los riders que van allí a por los encargos saben de la existencia de estas instalaciones.
A simple vista es un supermercado normal, con sus baldas y sus productos clasificados, pero la única diferencia es que no está permitida la entrada de clientes. Además, la fachada tampoco da pistas de lo que existe en el interior, ya que no cuenta con cartelería y, en caso de tener ventanales, los cubren con lonas.
Además, el objetivo de estas plataformas es convertirse en líderes en este segmento de los supermercados y hacer la clara competencia al e-commerce. De hecho, han creado líneas propias de productos que se vendían mucho. Así, ha surgido su propia marca de sushi, su propia marca de productos eróticos ante el aumento de compra de estos pedidos en farmacias y sex-shops, etc… De este modo, los algoritmos y los datos acumulados les ha servido para explorar nuevos segmentos y luchar por una mayor cuota de mercado.
NEGOCIO CON EL MATERIAL DE LOS RIDERS
La precariedad laboral de estos repartidores es de sobra conocida, pero muchos de ellos no pueden hacer pública su queja ya que sobre ellos sobrevuela la amenaza del despido. Un rider, para entrar a formar parte de una plataforma, debe realizar un desembolso de unos 70 euros por su material de trabajo: la cubeta donde introducen los pedidos, el soporte para el teléfono móvil y una batería externa, con el objetivo de que siempre estén conectados.
El problema es que si un repartidor opta por dar servicio en varias plataformas, en cada una de ellas debe comprar la cubeta, lo que supone un fuerte desembolso. Además, la compañía solo les devolverá el dinero si la cubeta está en perfectas condiciones, algo muy improbable en la mayoría de los casos.
Hasta hace unos meses, una de sus “ventajas” laborales es que si la cubeta se estropeaba la plataforma le daba otra totalmente gratis. Pero con la nueva revisión del contrato esto ya no es así. Cada vez que el repartidor necesite cambiar de cubeta deberá abonar los 70 euros.
De hecho, algunas de estas plataformas han creado una tienda online exclusiva para sus riders en la que pueden comprar estas cubetas, cortavientos, guantes, soportes para el móvil, etc. Una nueva fuente de ingresos para estas empresas.
Otra de las características de este modelo de negocio que critican los riders es que es la propia plataforma la que les emite la factura a ellos, y no al revés. Además, como estas plataformas promueven que los repartidores trabajen para varias empresas, se juntan con varias facturas al mes y con un número de horas pagadas que no se asemejan a las horas que realmente han estado trabajando.
En esta línea, Fernando García critica que las plataformas promueven que los repartidores trabajen para varias a la vez, pero a su vez existe una gran competencia entre ellas. “El dominante es Glovo, pero con su sistema de puntuación para elegir los horarios de trabajo pues a los que menos puntuación tienen les quedan pocas horas para reservar, y es entonces cuando decides trabajar para varias plataformas”.
Así, otras compañías aprovechan esta forma de operar de Glovo y les incitan a que trabajen para ellos en sus “ratos muertos”, ya que cuentan con horarios libres. Y hay repartidores que trabajan hasta para siete plataformas en un mes, compaginando los ratos libres en unas plataformas y otras.
De aquí que muchos riders recorran con excesiva prisa los trayectos para cumplir con sus pedidos e incrementar las ganancias. Así, es habitual que estos repartidores sufran altercados mientras conducen, e incluso algunos han perdido la vida. Como es el caso de un rider de Deliveroo que falleció tras colisionar con un camión de basura en Madrid el pasado domingo. Además, este caso generó confusión, ya que el fallecido transportaba una cubeta de Glovo, pero era trabajador de Deliveroo, lo que señala que estaba rellenando sus horas valle con pedidos de otras plataformas.