miércoles, 20 noviembre 2024

Kintsukuroi: cómo aprender resiliencia según el método japonés

Si antes de la pandemia ya estaba de moda la cuestión zen, la autoayuda, el conocerse mejor así mismo y la búsqueda de tu yo y de la paz interior, con la pandemia y los problemas psicológicos que conlleva, ha hecho que estas prácticas aumenten y cada vez más personas busquen respuestas a través de ellas. las técnicas orientales son las reinas en este aspecto, en este caso japonesas, y habría que añadir otra palabra nipona a nuestro vocabulario exótico: kintsukuroi. Pero si esperas una especie de meditación o quizá de arte marcial estilo Tai Chi, no van por ahí los tiros.

El kintsukuroi o Kintsugi (金継ぎ) es una técnica japonesa medieval para reparar cerámica. Sí, como ves está muy alejado de lo que podías imaginar, pero no por ello no tiene que ver con lo que hemos apuntado, como ahora verás. La palabra viene de los términos «oro» y «reparar», pero no nos liemos: al final consiste en unir las piezas rotas de una cerámica. Lo de «oro» viene de la técnica en si, ya que se usa un barniz con polvo de oro.

La importancia de la cerámica en Oriente

 KINTSUKUROI

Y en particular en Japón. Para los nipones poseer piezas de cerámica es algo más que tener algo bello y delicado en la casa. En Occidente podemos sentir lo mismo por ciertas piezas, pero si se rompen simplemente las tiramos aunque lo tengamos mucho aprecio, porque ya creemos que no será tan bello una vez recompuestas las piezas, aparte de no merecer la pena el esfuerzo. Pero en Japón eso no ocurre. Le dan una «segunda vida» con esta técnica del kintsukuroi. Con ello no sólo la pieza vuelve a su belleza, sino que resalta más tras sus «heridas» o grietas.

Obviamente, la extrapolación al cuerpo humano y a sus sentimientos es inmediata. Con ello se plasma la idea de que no hay que ocultar las cicatrices del cuerpo o del alma. Son un valor añadido al que ya tenía. Por tanto, esta técnica esconde una filosofía de vida resumida en el arte de la resiliencia: las imperfecciones y cicatrices no se ocultan, sino que se lucen, ya que nos diferencian del resto y nos hace únicos. Este concepto se puede trasladar a nosotros mismos, a la familia, al trabajo, a los amigos o a cualquier conflicto y problema con consecuencias, y que se podría resumir en «salir reforzados de la crisis». Son situaciones donde hacen avanzar y madurar a la persona, a la pareja, a un grupo o a una sociedad. Con este arte se transmite la idea de que los problemas no se ocultan. Igual que no tiramos la pieza y la reparamos, afrontamos los problemas y los resolvemos.

El kintsukuroi, una técnica del siglo XV

Fue a finales del siglo XV cuando surgió el kintsukuroi, concretamente en el shogunato de Ashikaga Yoshimasa. Este shogun encargó reparar una de sus preciadas tazas de té, llevando las piezas a China. Sin embargo, no le gustó la reconstrucción, y ordenó a unos artesanos japoneses que encontraran una solución mejor que devolviera la belleza las cerámicas rotas. Es cuando estos artesanos dieron con ese tipo de barniz mezclado con polvo de oro. Primero aplicaban la resina o barniz, y luego el polvo. Si faltaba alguna pieza, se sustituía por otra similar o con oro el trozo que faltaba. Había surgido un nuevo arte en Japón.

El éxito fue tal que hubo quienes fueron acusados de romper deliberadamente artesanías para que se las repararan con el método kintsukuroi. Y es que era tanto el valor de esta técnica, que algunas piezas reparadas han valido más que las piezas originales en perfecto estado y sin daños. Además, se extendió por toda Asia, sobre todo en China, Corea y Vietnam.

Todo plasmado en un libro

 kintsukuroi libro

No podía faltar toda la técnica y filosofía del kintsukuroi en un libro enfocado a la auto-ayuda, al ámbito de la psicología. Se publicó en 2017 y lleva por título ‘Kintsukuroi, el arte de curar heridas emocionales’. Su autor, Tomás Navarro, ha triunfado con él, volviéndose tendencia. Nos enseña a aplicar este arte en nuestras vidas y convencernos de que los problemas y dificultades, lejos de suponer debilidad y zozobra, son símbolo de fortaleza y superación.

Sin duda un frente más contra lo que muchos llaman la verdadera epidemia de nuestro tiempo: las enfermedades mentales y los trastornos psicológicos. El kintsujuroi puede ser una herramienta más para muchos a la hora de superar trastornos e inseguridades, y para otros el camino con el que empezar a tener esa paz interior tan anhelada pero que cuesta tanto.


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