Las patatas bravas conforman una deliciosa (y muy apetitosa) opción para preparar nuestro estómago antes de los primeros platos, o como principal, por qué no. En ello, y más allá de que sean muy factibles para sacarnos de algún apuro, existen varias formas de comerlas, a cada cual más rica y sencilla que la anterior.
El secreto de las mismas patatas bravas no es otro que conseguir con ellas que estén tiernas por dentro y crujientes por fuera. Y a partir de ahí podemos hacer un montón de variedades, como te presentamos a continuación desde nuestro portal de MERCA2. Al estilo tradicional madrileño, con chorizo… incluso como las de Chicote. ¡Que aproveche!
1Las riquísimas patatas bravas madrileñas (receta tradicional)
Comer suculentas patatas bravas en Madrid no es difícil pues hay muchos establecimientos en los que las preparan de cine… pero pocas como su receta tradicional. Esta no es más que la diferencia notoria entre la original. Y es que esta no lleva tomate.
El color rojizo se lo da el pimentón y la guindilla, que se liga con harina, y se le da saborcito con un buen caldo. Especiales para afrontar el almuerzo, las madrileñas se antojan como las más completas de la lista, según los expertos.
Después de su salsa, para preparar estas patatas bravas las pelaremos y cortamos en cubos irregulares. Calentamos abundante aceite en una sartén y cuando esté bien caliente echamos las patatas, y enseguida bajamos el fuego para que se vayan cocinando lentamente. Así nos quedan tiernas por dentro y crujientes por fuera. Finalmente, echamos por encima la salsa brava que hemos preparado.