sábado, 23 noviembre 2024

Las ‘cocinas fantasma’ de Glovo y Deliveroo asfixian a los pequeños hosteleros

Las conocidas como dark kitchen son un fenómeno muy extendido por Europa, y se trata básicamente de espacios de cocina subdivididos que se limitan a la elaboración de platos para delivery. Aquí no hay atención al público, ni camareros, ni salón. Es una modalidad que permite aumentar los beneficios, pero que “está quitando del mercado a los comerciantes”.

Este modelo de negocio nació en Londres hace unos años y enseguida comenzó a sumar adeptos en otros países de Europa como España e Italia. En nuestro país, Glovo y Deliveroo han apostado por este nuevo segmento de negocio, ya que estas cocinas invisibles les permiten captar un mayor número de clientes y aumentar los beneficios.

En declaraciones a MERCA2, un portavoz de Riders X Derechos, la plataforma sindical de riders, advierte de que “las dark kitchen destruyen al comerciante de toda la vida, les sustituyen”, y añade que “se están expandiendo”, lo que supone una amenaza para un sector que ha quedado gravemente dañado tras los efectos económicos de la pandemia del coronavirus.

Las plataformas de reparto a domicilio están rodeadas de polémica, ya que los repartidores y los comerciantes se quejan de ellos. “Los riders sufrimos la precariedad y la explotación, pero también el pequeño comercio, ya que les exigen unos porcentajes estratosféricos. A parte de las cláusulas abusivas, poco a poco se van a comer a los restaurantes”, critica el sindicato.

De hecho, el negocio del delivery está viviendo su boom en España, y se ha convertido en una vía de escape para muchos restaurantes y comercios, pero los hosteleros denuncian que no es rentable esta modalidad debido a las “abusivas” comisiones que les cobran las plataformas, que pueden alcanzar hasta el 40%.

COCINAS DIGITALES Y OPACAS

Estos restaurantes digitales están teniendo buena acogida en España, sobre todo, en Madrid y Barcelona. Sin embargo, su opacidad podría dar lugar a pensar que es algo clandestino. En la fachada no hay carteles, ni se conoce la ubicación de estas instalaciones, pero las compañías aseguran que superan todos los controles sanitarios normativos.

Estos locales no están abiertos al público, en su interior se encuentra un equipo de cocineros y ayudantes de cocina, y los camareros de cualquier restaurante al uso son reemplazados aquí por repartidores a domicilio.

Según explican desde el sindicato, se trata de cocinas enormes con hasta una treintena de cocineros, que en la carta representan a 5,10 o 15 restaurantes. Pero, en realidad, no es así, y aseguran que algunos de estos restaurantes no existen: “algunos de los restaurantes o firmas que aparecen en las apps no existen, son inventados. Y, casualmente, en las apps aparecen en las primeras posiciones para potenciar la compra en estos establecimientos fantasma”.

Mediante algoritmos, las compañías de delivery logran que sus restaurantes adheridos a estas ‘cocinas fantasma’ aparezcan en la primera página de búsqueda de comida. Además, los representantes de este sector aseguran que estos mismos cocineros están contratados para realizar diferentes cartas y gastronomías, por lo que no son especialistas en una sola variedad culinaria.

Según ha podido saber este medio, el equipo de cocina trabaja para restaurantes a quienes las compañías de delivery ha cedido las instalaciones a cambio de la exclusividad del reparto y un aumento de la comisión por encargo, que puede alcanzar el 40% del total.

Tanto Glovo como Deliveroo cuentan con ‘cocinas fantasma’ y ambas plataformas tienen un funcionamiento similar. Abren todos los días y trabajan las horas en las que hay pedidos, es decir, abren a mediodía y hasta la noche. Sin embargo, los representantes de los trabajadores critican que, en el caso de Glovo, el consumidor final no sabe que la comida se ha cocinado allí, mientras que en el caso de Deliveroo, sí.

En este sentido, desde Riders X Derechos insisten en que “no estamos en contra de la tecnología y de la seguridad, pero si sirve de pretexto para que destruya un modelo de negocio, entonces sí”, por lo que reclaman una revisión en estas compañías de delivery.

PAGAR 70€ POR EL MATERIAL DE TRABAJO

Por otro lado, los representantes de los repartidores de comida a domicilio recuerdan que los repartidores trabajan en condiciones precarias cobrando entre 6 y 8 euros brutos la hora, y luego tienen que descontar gastos de gasolina, IRPF y cuota de autónomos, entre otros. “Estos sueldos se quedan por debajo del salario mínimo interprofesional”.

Además, critican que estas plataformas utilizan la tecnología para modificar la forma de trabajar, e incluso tienen una visión de las relaciones laborales un tanto “peculiar”: denominan a los empleados como colaboradores y, en vez de decir que despiden a alguien, emplean el término desconexión.

En este sentido, acusan a las plataformas de “sobredimensionar la plantilla porque les salimos gratis. Les pagamos 70 euros por el material: el cajón en el que se introduce el pedido y un soporte para el teléfono móvil”. Estos 70 euros los descuenta la compañía de comida a domicilio en la primera factura, así como 5 euros mensuales que deben pagar a la plataforma, un importe que también se le descuenta automáticamente de la factura que, por cierto, la emite la compañía, y no el repartidor.

Desde la patronal de riders reclaman que, además de contratarlos, que se cumpla el estatuto para tener derecho a una baja laboral, vacaciones pagadas, poder incluirse en un ERTE, en caso necesario, etc. Incluso relatan que en ningún momento les han ofrecido equipos de protección individual (EPIs), y que las medidas de protección como mascarilla o guantes se las han tenido que costear estos repartidores.


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