Las patatas bravas son una de las tapas más típicas que nos podemos encontrar en los bares españoles. Sin embargo, a la hora de hacerlas en casa nos encontramos con que no nos saben tan ricas como en el bar. Y dado que ahora lo de tomar unas cañas y unas tapas en nuestra terraza favorita está cada vez más complicado, es hora de buscar una solución.
¿Quieres hacer unas bravas de escándalo? Pues presta atención a lo que vamos a contarte, porque tenemos todos los trucos para que el resultado sean unas patatas crujientes por fuera y tiernas por dentro, y una salsa con su punto justo de espesor y de picante. Te gustarán tanto que las acabarás haciendo muy a menudo.
2No, la salsa brava no lleva tomate
Cuando pensamos en salsa brava inmediatamente nos viene a la mente la salsa de tomate. De hecho, así es como la hacen en muchos bares, pero esto es un auténtico error. Existen cientos de recetas de salsa picante, pero cuando se trata de hacer unas patatas bravas clásicas no vamos a utilizar el tomate frito para nada.
Lo que nos hace falta son unos dientes de ajo y una cebolla, un poco de harina (basta con una cucharada), una cucharada de pimentón dulce y otra de pimentón picante, así como una pastilla de caldo concentrado de carne o verduras, 250 mililitros de agua y una pizca de sal. Con estos ingredientes obtenemos una salsa para chuparse los dedos y con el toque justo de picante para que todo el mundo pueda disfrutar de las patatas.
El truco para conseguir una salsa más o menos picante está en el pimentón. Aquí puedes variar las cantidades a tu gusto. Con una cucharada de pimentón dulce y otra picante consigues un picante bastante acorde a todos los gustos. Pero también puedes hacer una salsa brava no picante usando todo el pimentón dulce (una buena opción para los niños), o hacer unas patatas extra bravas si añades más pimentón picante que dulce.