Nunca se han vendido tantas unidades. La pandemia ha hecho que la mascarilla sea casi un bien de primera necesidad, como el agua o como la comida. El problema es que son objetos de protección «perecederos». Las desechables se tienen que tirar tras unas horas de uso, mientras que las reutilizables tampoco tienen una vida demasiado larga. Tras algunos lavados también se deben desechar para evitar que pierdan su efectividad filtrante.
Eso hace que supongan un gasto considerable para algunas familias o personas que tienen economías algo dañadas por la crisis. Y lleva a que muchas personas decidan hacer algo que no deberían: reutilizar las mascarillas más allá de su vida útil. Para eso, han surgido muchos métodos supuestamente efectivos para poder desinfectar una mascarilla sin deteriorarla demasiado. Pero ¿realmente se pueden usar esos métodos de forma segura?