Lo que diferencia a una persona que lo arriesga todo para poner un proyecto de negocio en marcha, de otra que nunca se atreve a dar el paso, es la mentalidad emprendedora. Porque la herramienta más importante que tiene un emprendedor está precisamente en su cabeza. No se trata solo de la capacidad para generar buenas ideas, sino de la capacidad de ser capaz de sacarlas adelante y no sabotearse a sí mismo.
Emprender es un proceso fascinante, pero también muy duro. Quien pone en marcha un negocio se enfrente a dificultades como fluctuaciones en su autoestima, una facturación irregular, el temido síndrome del impostor e incluso la falta de apoyo del entorno más cercano. De ahí la importancia de tener una mentalidad emprendedora fuerte.
2Busca el equilibrio entre pragmatismo e idealismo
La mentalidad emprendedora es, por definición, bastante realista y pragmática. Porque a la hora de marcarnos objetivos nos resultará mucho más sencillo alcanzarlos si estos están de verdad a nuestro alcance. Sin embargo, todo emprendedor es también un poco idealista y soñador.
La clave está en que tu mente pueda encontrar el equilibrio entre ambas cosas. El pragmatismo te ayudará a fijar objetivos y tomar decisiones, mientras que el idealismo te puede guiar en la búsqueda de la inspiración y la innovación a la hora de ofrecer productos o servicios. No dejes que tu lado pragmático tome todo el control, pero tampoco lo dejes todo en manos de tu lado más idealista.