sábado, 23 noviembre 2024

La doble moral de Alberto Garzón con las apuestas: lo mío no se toca

Hay partidos en los que el árbitro se inclina por uno de los dos contendientes. Si lo hace con el equipo que juega en su propio estadio, se le tacha de casero. Si es al contrario, se le llama anti casero. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, está ejerciendo de colegiado en un campo complicado, el de las apuestas deportivas, y siguiendo con el símil deportivo se puede decir aquello que está siendo casero.

En su labor al frente del ministerio, en lo que compete a este campo, está actuando con una doble moral. Algo que suele ser muy común en los centros de poder, como los gobiernos. Porque no está tratando por igual al sector público que al privado. Dicho de otra manera, no está siendo imparcial. Y lo está negando por activa y por pasiva.

“Lo que estamos abordando es un problema de salud pública al quitar la publicidad de las casas de apuestas”, dijo Alberto Garzón en el programa El Transistor. Hacía referencia a la publicidad de este tipo de compañías en empresas o equipos de fútbol. Sin embargo, Alberto Garzón mira para otro lado cuando se trata de la empresa pública Loterías y Apuestas del Estado. El ejemplo más claro lo tenemos en Radiotelevisión Española.

Por ley, este organismo no puede emitir publicidad. Sin embargo, quien hace la ley, hace la trampa. Se pueden insertar mensajes comerciales si son patrocinios culturales y deportivos. Por este regate, Loterías y Apuestas del Estado patrocina los resúmenes de los partidos de fútbol tanto de primera como de segunda división, por ejemplo. Un gol, siguiendo la comparativa futbolera, metido en fuera de juego, pero dado por bueno. No en vano, dicho patrocinio supera los 650.000 euros. Y RTVE, que económicamente no está para tirar cohetes, lo agradece.

EL CASERISMO DE GARZÓN

Que el ministro Alberto Garzón sea casero en el tema de las apuestas tiene una poderosa razón de ser. Loterías y Apuestas del Estado ingresó al Tesoro Público, durante 2019, la friolera de 2.492,5 millones de euros. Un buen pellizco.

Una de las muchas contradicciones que conllevan las actuaciones partidistas de Alberto Garzón tuvo lugar un día después del decreto que regulaba la publicidad del juego online. Entonces, Loterías y Apuestas del Estado arrancaba su campaña de verano para vender la lotería de Navidad. Además, firmaba dos acuerdos para patrocinar tanto a la Federación Española de Pelota, como a la Real Federación Española de Tenis.

No se trata de algo nuevo. Loterías y Apuestas del Estado ha patrocinado la Federación Española de balonmano (y las ligas masculina y femenina), la de gimnasia, o la de hockey. También ha sido patrocinador principal de la Vuelta Ciclista a España 2020.

Loterías es uno de los brazos más rentables del Ministerio de Hacienda. Y también ofrece apuestas online, como las casas de apuestas objetos de la tarjeta roja de Alberto Garzón. Las previsiones de la entidad pública es gastar más de 32 millones de euros para anunciar Euromillones, La Primitiva, Lotos y Apuestas Deportivas, y otros 30 millones en Lotería Nacional, así como en los sorteos de Navidad y El Niño.

EL SECTOR PIDE ANÁLISIS

Esta semana, en el Pleno del Congreso se presentó una Proposición No de Ley del PSOE con respecto al juego. La patronal del sector, Cejuego, destacó en un comunicado que “es necesario hacer una aproximación al sector del juego que sea rigurosa, sin apriorismos, y con datos reales antes de tomar decisiones”. Dicho de otra manera, que el Gobierno, y que Alberto Garzón, no se basen en ideas preconcebidas, y que no prescindan de los hechos de la experiencia.

¿Cuáles son esos datos reales? Que el juego todavía no se ha recuperado de la caída sufrida durante la anterior crisis económica. En 2019, fue de 10.226 millones de euros, un 6% inferior a los años previos a la crisis de 2008. Ya en 2020, el juego real en España (la diferencia entre las cantidades jugadas y los premios) se situó hasta octubre en 4.345 millones de euros. Se trata de un 50% menos respecto al mismo periodo de 2019. De esos 4.345 millones, 2.445 pertenecen al juego privado. Los 1.900 restantes a Loterías y Apuestas del Estado y ONCE. Un bocado demasiado apetecible para que Alberto Garzón lo deje marchar.


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