domingo, 10 noviembre 2024

Los mejores médicos de España de la lista Forbes apuestan por reforzar el sistema sanitario

La necesidad de reforzar el sistema sanitario español y de avanzar hacia un modelo que implique una mayor coordinación entre unidades y servicios, así como una atención más personalizada que integre a su vez la consulta no presencial, son algunas de las enseñanzas que deja la pandemia de Covid-19, según expertos de distintas especialidades que forman parte de la lista de Forbes con los mejores médicos de España.

De hecho, la importancia de generar sinergias entre las distintas unidades y especialidades ha sido una de las prioridades del neumólogo José María Echave-Sustaeta, del Hospital La Luz. Relata que durante la pandemia su objetivo ha sido «generar equipos, buscar sinergias y no enfrentamientos con otras compañeros y especialidades, tener claro que de la colaboración ganamos todos: en primer lugar, los pacientes, y, después, los profesionales, las instituciones y el sistema sanitario. La enfermedad Covid-19 ha reforzado esta idea». De cara al futuro, cree que cuando finalice la pandemia de Covid-19 el reto, en el caso de su especialidad, estará en mantener el rol que ha ocupado la neumología durante los últimos meses.

Por su parte, el cardiólogo José Ángel Cabrera, del Hospital Universitario Quirón Salud Madrid, señala que «todos hemos aprendido muchas cosas en esta situación tan distinta a la vivida hasta ahora. Como médico, padre de familia, como ser humano nada volverá a ser lo mismo. He dedicado gran parte de mi vida a la medicina, ahora quiero estar más tiempo con mi familia, quiero administrar mejor las horas del día y disfrutar de los seres humanos que me rodean».

«He visto», añade, «el esfuerzo, la dedicación de muchos profesionales, la pérdida de seres queridos, la soledad, la tristeza profunda, tantas emociones entrelazadas. Cuando veo a mis pacientes en la consulta, preocupados, inquietos por la infección, por sus riesgos, sus preguntas llenas de dudas, soy consciente, ahora más que nunca, de mi labor con las nuevas generaciones de médicos para que entiendan la necesidad de hacer una medicina esencialmente humana».

Respecto al impacto de la pandemia y cómo se ha afrontado, expone que el riesgo de contagio entre pacientes y personal sanitario ha conducido a las distintas sociedades médicas a establecer recomendaciones en la realización de exploraciones complementarias diagnósticas o terapéuticas. «La indicación general se ha establecido en las fases iniciales de la pandemia en nuestros centros en circunstancias que impliquen un cambio en el diagnóstico o en la actitud terapéutica del paciente».

De esta forma, siguiendo las recomendaciones de las sociedades científicas, «por ejemplo, hemos realizado esencialmente un ecocardiograma transtorácico en pacientes con sospecha de isquemia miocárdica aguda, tromboembolismo pulmonar y miocarditis/derrame pericárdico. Por lo tanto, las técnicas de imagen han quedado limitadas en pacientes con sospecha de Covid-19 o enfermedad confirmado solo si su realización tiene algún impacto en el tratamiento o en el pronóstico del paciente. La evolución de la pandemia marcará, paso a paso, nuestra respuesta adaptándonos a las circunstancias».

Respecto a los próximos meses y años, piensa el doctor Cabrera que «nos enfrentamos a un escenario nuevo en la atención de nuestros pacientes donde tenemos que plantearnos una medicina personalizada y humana combinada con una asistencia en muchos casos no presencial. Esta nueva situación asistencial exigirá cambios organizativos, introducción de nuevas tecnologías y sobre todo flexibilidad y capacidad de adaptación».

También los especialistas en el tratamiento del dolor han vivido meses de trabajo y emociones intensas. El doctor José Luis De la Calle Reviriego, jefe de la Unidad para el Estudio y Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario Ramón y Cajal, afirma que “la pandemia ha obligado a realizar cambios asistenciales que, en muchos casos, han venido para quedarse”, en referencia a, por ejemplo, a la utilización de medios telemáticos en las consultas externas. “También ha puesto de relieve la capacidad de flexibilización de la estructura, que se ha adaptado a los sucesivos escenarios a una velocidad de vértigo”.

«Evidentemente, las grandes áreas de mejora deben centrarse en la prevención, anticipación y capacidad de respuesta, para evitar catástrofes sanitarias como la que hemos vivido”, puntualiza.

A nivel personal, admite que ha aprendido “por una parte, la vulnerabilidad de las sociedades occidentales, a pesar de contar con redes sanitarias de primer nivel. En segundo lugar, la trascendencia de las tareas de prevención de las enfermedades infecciosas a nivel global. Todos los médicos hemos estudiado la existencia de las pandemias, pero seguro que ninguno de los que estamos en ejercicio habíamos vivido una como ésta”.

En el campo de la Medicina Interna, el doctor Ángel Charte, señala que la pandemia provocó un aumento brusco de la presión asistencial en urgencias y en las hospitalizaciones, que puso en evidencia la necesidad de un plan «ante una emergencia sanitaria la cual nadie esperaba». Además, considera que ha quedado en evidencia la falta de profesionales de la especialidad, «la cual se pudo compensar con la participación de otros médicos de especialidades distintas. Era muy importante reformular el sistema de trabajo y la necesidad de una coordinación entre unidades y servicios. El desconocimiento de la enfermedad y de lo que ésta provocaba hizo trabajar en la incertidumbre a un colectivo que estamos habituados a trabajar en la evidencia científica y ha sido muy difícil de gestionar todo esto a lo largo del año».

FORMACIÓN TRANSVERSAL

Por ello, el doctor Charte, del Hospital Universitario Dexeus, cree que fomentar la formación transversal en la etapa MIR «sería muy importante y hacer hincapié en una rotación en UCI de los MIR de Medicina Interna. Otra opción de mejora sería optimizar el trabajo interdisciplinar y favorecer la coordinación entre secciones y servicios hospitalarios. Otro punto relevante que se debería potenciar sería incorporar o mejorar las nuevas tecnologías de la comunicación en el cuidado de pacientes, así como ver la opción de crear algún organismo que valore, proponga y consensue los protocolos y tratamientos antes las enfermedades emergentes. Y como no, creemos que es de suma importancia y así ha quedado reflejado que la epidemiología y la medicina preventiva deberían tener más peso en el sistema sanitario».

Este especialista destaca como aspecto negativo que la pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema y, en el lado positivo, la capacidad de aprendizaje. «Como aspecto destacable, la desconfianza en la situación médica mundial que se traduce en incertidumbre cara al futuro».

Otra de las áreas especialmente afectada por la pandemia ha sido la que se centra en el diagnóstico por la imagen. El doctor Juan Álvarez-Linera Prado, especialista del Hospital Ruber Internacional, explica que las imágenes radiológicas de la afectación pulmonar han sido muy características en esta patología «y nos han permitido diferenciarlas de otras formas de neumonía, sobre todo en estadios precoces.

En el caso de la Medicina Preventiva, la doctora María Dolores Martín Ríos, jefa de ese departamento en el Hospital Universitario de Villalba, pone de manifiesto que la pandemia, «sin duda, nos ha cambiado el presente y el futuro de la especialidad abriendo un abanico de oportunidades laborales y profesionales. Nos enfrentamos a una nueva era de enfermedades emergentes y esta pandemia ha puesto de manifiesto que claramente no estábamos preparados para afrontarlas. Somos conscientes de que tenemos muchas cosas que mejorar, entre ellas, el uso de las nuevas tecnologías que ayuden a realizar una vigilancia en tiempo real y por tanto permitan dar una repuesta más rápida y efectiva ante los futuros desafíos de posibles epidemias o pandemias».

La doctora Martín Ríos considera que la pandemia ha puesto de relieve «que somos más vulnerables de lo que pensábamos, que nuestros conocimientos no eran tan sólidos como creíamos y que todavía tenemos mucho que aprender. Pero también me ha mostrado hasta dónde llega la capacidad de respuesta del ser humano ante la adversidad y como la solidaridad y el trabajo en equipo nos están permitiendo hacer frente a un virus que ha puesto en jaque a todos los sistemas sanitarios del mundo. Ahora es el momento de un enfoque más científico y analítico. Como dijo la física Marie Curie, no hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos”.

En esta línea, la doctora Pilar Llamas Sillero, jefa del Departamento de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz, dice que la Covid-19 ha supuesto «un elemento de riesgo más para nuestros pacientes, siempre especialmente vulnerables por su condición de inmunosuprimidos. La mortalidad y el riesgo de complicaciones son mayores que en la población general».

«Eso», añade, «ha modificado nuestra forma de trabajar, puesto que somos todavía más sensibles en los temas de aislamiento, asepsia y desinfección. La PCR se ha incorporado como prueba a solicitar previamente a todos los ingresos y tratamientos con quimioterapia, así como una prueba más dentro del estudio de fiebre en paciente ingresado. Sabemos ahora también que no se pueden retrasar/suspender ciertos procedimientos, porque nuestras patologías son más letales que el propio Covid-19».

Considera que la telemedicina y los programas de atención domiciliaria que han surgido o se han potenciado «son algunas de las (pocas) cosas positivas que se han derivado de la pandemia. A su vez, los pacientes con patologías hematológicas activas tienen más probabilidad de tener eventos trombóticos, por lo que es esencial la profilaxis antitrombótica, siempre equilibrándola con la cifra de plaquetas bajas que pueden tener estos pacientes».

TRABAJO MULTIDISCIPLINAR

Dice, además, haber aprendido «que tienes que vivir el día a día, ser consciente de la situación que estamos viviendo y avanzar en todo lo que ayude a afrontar el día siguiente con la máxima eficacia. Que el trabajo multidisciplinar es el pilar de la medicina actual, y que debemos potenciar las posibilidades que nos ofrecen las TIC para que nuestros pacientes se sientan tratados con la misma humanidad, calidad y seguridad».

También el doctor Jesús Argente Oliver, catedrático de Pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, piensa que, en la suya, como en el resto de las especialidades, «la Covid-19 marcará un antes y un después. Disponemos de un excelente sistema público de salud que necesita reforzarse, tanto con profesionales, como con infraestructuras necesarias en caso de una pandemia. Tenemos que mejorar la asistencia primaria y tenemos que mejorar la preparación con equipos de uso personal, así como aparatajes e incrementar el número de camas de cuidados intensivos por número de habitantes».

Afirma haber aprendido mucho con esta experiencia, «humana y profesionalmente. Humanamente, a convivir con el dolor, la incertidumbre y la impotencia ante determinadas escenas que no podré olvidar. Profesionalmente, he aprendido que la vida puede escaparse entre las manos súbitamente cuándo no sabemos cómo tratar una enfermedad, pero, sobre todo, he aprendido que el rigor científico debe presidir nuestros actos y que las opiniones sin rigor científico conducen a la confusión más que al progreso. Finalmente, que la apuesta por un sistema de salud pública sólido requiere inversión en investigación y desarrollo y nunca reducción en sus asignaciones.

En cualquier caso, todos son conscientes de que los avances en el tratamiento de la enfermedad y lo aprendido durante los últimos meses no deben hacer bajar la guardia. El doctor Jesús García-Foncillas, del Instituto Oncoheatlh, advierte que «pensar que ya hemos pasado una pandemia y que ya no va a haber más episodios similares sería poco acertado. La historia de la humanidad está jalonada por múltiples episodios que han supuesto un punto de no retorno en la evolución. Debemos plantearnos que, junto a las enfermedades que son la razón fundamental de padecimiento de las personas, puede haber episodios como este que nos vuelvan a poner en jaque. Por ello, debemos tener planes de contingencia para ello, porque nadie puede pensar que no pueda volver a repetirse».

Señala que a nivel mundial «no ha habido una respuesta en condiciones, ni en la manera ni en la forma, que nos permita sobrellevar condiciones de riesgo compartidas entre la pandemia y procesos como el cáncer. Tenemos que poder diseñar planes de respuesta rápida y globalizada para evitar nuevos retos como este».

A título personal, destaca que ha aprendido «que a cualquiera de nosotros la vida le puede dar la vuelta en cualquier momento. Contra cualquier previsión que se pueda hacer es importante tener siempre recursos para poder sobrellevar situaciones inesperadas que pueden trastocar, como ha ocurrido, todos nuestros planes y expectativas previos. Al mismo tiempo, ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema sanitario, que quizá no tiene capacidad de maniobrabilidad frente a problemas como los que hemos vivido».

A este respecto, el neurólogo Rafael Arroyo, del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid, recuerda que en los primeros meses de pandemia la atención a los pacientes «se vio muy mermada y con muchas dificultades. En la actualidad y con un importante esfuerzo de gestión por parte de todos los circuitos de los diferentes sistemas sanitarios, el paciente debería tener acceso a todos los profesionales sanitarios habiendo hecho un gran esfuerzo en la telemedicina y mejora en los circuitos de citaciones dentro de cada Hospital».

Sostiene que «hemos aprendido la vulnerabilidad de la sociedad del bienestar en que vivimos. La gran adaptabilidad de nuestra sanidad y sobre todo de nuestros pacientes. El gran avance en los sistemas de telemedicina. La importancia de una buena gestión de los equipos asistenciales para adaptarse día a día a esta pandemia. Aquellos sistemas sanitarios que hemos sabido y podido adecuar la asistencia y la investigación a esta pandemia, estamos consiguiendo una buena calidad asistencial conviviendo con la Covid-19».

Por su parte, el doctor Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínico de Barcelona, apunta que la psiquiatría parecía «quedar relegada ante la emergencia de las necesidades derivadas de la salud física en un contexto de pandemia. Incluso en las convocatorias de proyectos de investigación, los proyectos relacionados con la salud mental recibían escasa priorización».

«Ahora», agrega, «todo el mundo se da cuenta de que no hay salud física sin salud mental, son absolutamente inseparables. La pandemia nos ha mostrado la importancia de la prevención en salud mental, y también que la telepsiquiatría, bien utilizada, puede ser un buen complemento al modelo tradicional».

Asegura haber aprendido mucho de virus y de epidemiología, «pero sobre todo de salud pública, algo que es muy relevante para todo profesional sanitario e incluso para la población general. También he aprendido que la gran mayoría del personal sanitario tiene una extraordinaria vocación y generosidad, pero que no podemos abusar de dichas cualidades porque tienen un límite, y hay que introducir cambios en nuestro sistema sanitario para fortalecerlo y que funcione de acuerdo con las enormes cualidades de sus profesionales. Y he aprendido a vivir sin viajar, aunque lo echo de menos».


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