Desde hace un par de años, hemos visto que en los refrigerados de los supermercados, junto a los yogures, aparece un nuevo producto que hasta hace poco desconocíamos. Se trata de kéfir, un producto probiótico de leche fermentada a medio camino entre el yogur y la cuajada. A pesar de que su origen es milenario, especialmente en los países próximos al Cáucaso, de donde procede, en nuestro país su consumo ha surgido hace relativamente poco. Sin embargo, parece que lo ha hecho para quedarse, entre otras cosas porque tiene más beneficios nutricionales que los yogures. Pero es que además se puede hacer con mucha facilidad. Te contamos todo sobre la bebida estrella.
3Los granos de kéfir
Como hemos dicho, lo más difícil es conseguir los primeros granos de kéfir para hacer el nuestro. Una vez los tenemos, cogemos los granos y los colamos con un colador de plástico o de acero inoxidable y los guardamos en la nevera donde se irá fermentando poco a poco ( a una velocidad mucho menor que cuando lo dejamos sin refrigerar). Cada vez que hagamos kéfir, podemos guardar unos granos para repetir el proceso cada vez que queremos disfrutar de este probiótico.