Una de las grandes riquezas de la gastronomía española es la variedad de platos y recetas que abundan a lo largo de su geografía. Si en Andalucía tenemos tortas de camarón o en Extremadura el ajoblanco, y en Castilla- La Mancha el pisto, en La Rioja son famosas las patatas a la riojana. Como todos los platos tradicionales, se trata de una receta de base sencilla, con alimentos por lo general de la tierra, asequibles, que se prepara con el secreto de la buena cocina: la paciencia. Como vamos a ver a continuación, hacer unas patatas a la riojana que quiten el aliento no tiene ninguna complicación más allá de seguir las recomendaciones en cuanto a ingredientes y tiempos de cocción.
Esta receta de patatas a la riojana, que podemos hacer en versión light o más bien ‘picantona’, es un plato que en la mesa te puede servir como plato único o, si haces menos cantidad, como tapeo para un menú degustación en casa. Al ser un plato calórico, se utilizaba tradicionalmente para los trabajos del campo. Ahora se ha convertido en una de esas recetas de comidas para entrar en calor y alimentar bien el estómago. Ahora bien, como cualquier receta, existen mil y una versiones. De hecho, es una elaboración que incluso se puede hacer con robots de cocina, adaptando los tiempos y las cantidades. Nosotros recogemos la receta tradicional de patatas a la riojana, con algunos consejos para que quede de escándalo y puedas disfrutar en pocos minutos de un plato sabroso y con fundamento.
3LA BASE DE LAS PATATAS A LA RIOJANA
Ahora, toca hacer la base o el sofrito de las patatas a la riojana para cuando añadamos después las patatas y el caldo. Para ello, se pone a calentar un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén. A fuego medio, pues necesitamos que la cebolla y el pimiento suelten su jugo para dar mayor consistencia al caldo. Siempre en caliente, añadimos, por este orden, ajo, cebolla y pimientos. Hasta que no estén blandos, no se añade el siguiente ingrediente.
Cuando transparenten, se suma el chorizo, que tenemos que freír levemente para que suelte la grasilla. Se rehoga todo y en último lugar se añade el pimentón para evitar que se queme y deje un regusto amargo.