PharmaMar se hundió este pasado lunes 19 de octubre un 10,5% en bolsa. Un movimiento que si extendemos a la media sesión del pasado viernes supone una brutal caída del 19%. Un abrupto desenlace que, sin embargo, podría no haber hecho más que comenzar. De hecho, cuando juntas en una ecuación: una biotecnológica con unas expectativas alejadas (varios años luz) de la realidad, bandazos un ensayo corto en personas -sin grupo de control- y, además, le añades que uno de los fondos más reputados del sector apuesta a la contra. El resultado más factible es que los minoristas de la misma pueden salir escaldados.
Lo mejor, para entender semejantes caos, es ir por partes. A estas alturas hay pocas dudas de que PharmaMar es una burbuja creada por las aspiraciones de miles de pequeños inversores en que sea la panacea contra el covid-19. En otras palabras, que su compuesto que se llama ApliCov logre ser más efectivo que las decenas de curas (ya sean fármacos, tratamientos o vacunas) que compañías con cientos de veces más de empleados o capital están desarrollando a toda velocidad. Un optimismo tan grande que no lo firmarían ni en Alcoyano.
Pero semejantes expectativas no vienen de la nada. En realidad, obedecen a una campaña mediática orquestada por la compañía durante los primeros meses de pandemia. Así, a una primera comunicación fantasiosa (hasta el punto de que tuvo que intervenir la CNMV) que como poco vendió a su fármaco como el mayor invento desde la penicilina, le siguió una road show de su presidente, José María Fernández Sousa, por televisiones y medios de comunicación como si fuera una estrella del Rock. En definitiva, muchos pequeños inversores vieron en PharmaMar la gallina y en ApliCov los huevos de oro.
LOS BANDAZOS DE PHARMAMAR PARA TRATAR EL COVID-19
El problema de lo anterior es que oro tiene más bien poco. Así, meses atrás la compañía, a través de su filial surcoreana, llegó a indicar que su fármaco era miles de veces más potente que el único aprobado para combatir al virus, el redemsivir de Gilead. Cómo se ve, la política de comunicación siempre ha seguido una línea moderada. Pero cuando ha habido que demostrarlo realmente, con el primer ensayo en pacientes, los resultados han sido poco alentadores. Aunque eso sí, para la firma y sus investigadores (incluido algún político) son «esperanzadores» e «invitan a soñar».
Así, «el principal problema es que no existe un discurso claro en el uso del ApliCov para tratar a los pacientes», explican fuentes del sector. De hecho, en una entrevista meses atrás Sousa explicaba que el fármaco «estaría indicado para pacientes con enfermedad severa y que estén hospitalizados». Incluso, abrió la puerta a que se utilizase para «uso compasivo». Hoy el discurso es totalmente contrario. Pedro Landete, neumólogo del hospital La Princesa, señaló en la presentación que el medicamento se usa «en los primeros diez días de desarrollo» de la enfermedad.
¿ES EFICAZ REALMENTE EL APLICOV?
Por si hubiera poco desconcierto, la propia PharmaMar habló de usarlo en pacientes asintomáticos. Pero, ¿por qué ese cambio? Un motivo (para los más desconfiados) es que el medicamento no es tan efectivo como se esperaba. Al fin y al cabo, abordar el uso compasivo te permite ir más rápido, siempre y cuando el fármaco responda. En el caso de que no, lo mejor es tratar cargas virales más pequeñas que aseguran mejores resultados incluso cuando no tienen que ver con la dosis tomada.
Ese es el otro gran problema del ensayo de PharmaMar: nadie conoce realmente la eficacia del mismo. De hecho, los datos de altas médicas (el 80,7% en el estudio) a los 15 días de la hospitalización está en línea con los observados de media en los hospitales de España cuando no ha existido saturación. Para dar respuesta a este problema las farmacéuticas utilizan en sus estudios lo que se conoce como grupo de control, pacientes tratados con placebo, y se compara la evolución de un grupo y otro. El objetivo es conocer si el fármaco tiene que ver realmente con la mejoría.
En el caso del ensayo de PharmaMar no se ha utilizado ese grupo de control. Tampoco se conocen las edades de los pacientes a día de hoy. ¿Alguien sabe por qué? Otra duda, como la del cambio de criterio, que la compañía deja en el aire. En definitiva, son tantas las sospechas que desde Great Point se decidió actuar y apostar en contra. Un movimiento que sorprendió a muchos por varias razones. La principal es que se trata de una institución de mucho prestigio. «No son cualquier fondo (…) Es uno de los cinco mejores hedge funds del sector biotecnológico del mundo», señala Juan Martínez García, gestor de fondos especializado en esta materia y ex de Goldman Sachs.
GREAT POINT, EL ENEMIGO ES UNA EMINENCIA EN SALUD
De hecho, entre su equipo de gestores y directivos sobresalen nombres como el de su cofundador, Jeffrey R. Ray, que se licenció con todos los honores en la Boston University de la que sigue formando parte como miembro de la Junta de Asesores del Decanato. A su vez, Ray posee una relación muy íntima con la universidad de Harvard en la que estudio en MBA y ahora es parte del Consejo Asesor de Iniciativas para la Salud. El vicepresidente del fondo, Jerry Yang, también estudió un MBA en ese mismo prestigioso centro, tras graduarse como ingeniero por el MIT.
La lista de expertos en materia de salud que tiene en nómina Great Point es enorme. Pero, ¿qué ha podido ver en PharmaMar? La respuesta, según Martínez, «es una sobrevaloración enorme entre el precio real y el que le otorga el mercado». El gestor español sintetiza a MERCA2 que «en el escenario más optimista» la firma no puede valer más de 1.000 millones. Una cantidad que se explicaría por un ebitda recurrente de unos 40 millones por año (tras restar a los ingresos por Zepelca y Yondelis los gastos fijos) con un múltiplo ajustado al sector y más la caja actual.
Un análisis que parece que desde Great Point comparten. De hecho, cuando la compañía tocó máximos en julio de este año, el fondo ya estaba colocado para asestarle un primer golpe. La acción llegó a caer por encima del 40% en las siguientes semanas. La historia se ha vuelto a repetir con la presentación del ensayo frente al covid-19. En esta ocasión, en apenas unas horas la acción ha llegado a precipitarse un 23%. Pero a tenor de las dudas que están en el aire y que los mejores del mundo están en su contra, desde el fondo a las inmensas farmacéuticas, nadie debería descartar un castigo mucho más severo en el largo plazo.