Bankinter es la única entidad española que no aparece en las quinielas de fusiones del sector. De hecho, la propia consejera delegada del banco, María Dolores Dancausa, se mostró así de tangente recientemente: «No estamos pensando en participar en ningún proceso de fusión». Aunque acto seguido matizó, y esa es una de las claves, que esa predisposición solo obedecía a «este momento». En otras palabras, la firma naranja sí estudia movimientos, hace poco incorporó Evo Banco, pero su guerra es muy distinta al resto de actores nacionales.
Para entender la diferencia que mueve a Bankinter frente al resto solo hay que acudir a las razones que fuerzan este baile. Uno de los agitadores naturales por sus palabras, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, siempre se ha referido a una causa principal y al resultado de ella. La primera es el «exceso de capacidad» en forma de un número muy alto de sucursales (y empleados) que no son viables. Esos costes fijos tan altos provocan «una baja rentabilidad» que al ser menor que el coste de capital presiona a la baja las valoraciones bursátiles.
Pero las entidades tampoco han llevado a cabo un recorte severo en los últimos años para paliar ese problema. La razón es que los bancos están jugando a una guerra de desgaste (war of attrition), según señalan los expertos. Para entenderlo, por ejemplo, podemos imaginar dos entidades: si una de ellas cierra una oficina, la otra acapararía todo el negocio que deja en el aire la primera. Así, ambas mantienen abiertas sus sucursales hasta que una de las dos no puede seguir compitiendo, dado que no es capaz de generar suficientes beneficios para seguir abierta. Al final, la que tiene más capacidad (o es más fuerte) se termina imponiendo.
BANKINTER ES LA FIRMA MÁS RENTABLE DE ESPAÑA
Ahora, demos un paso más y pensemos que ocurriría en el caso de que ambas entidades decidan fusionarse. Así, a priori, el nuevo banco podría cerrar una de las oficinas y, a su vez, mantener el mismo negocio. En este sentido, los movimientos corporativos, que también pueden ser compras, se convierten en una solución al problema del «exceso de capacidad» del que habla de Guindos. Por último, la operación tendría otro efecto beneficioso y, es que, la nueva firma al ser más grande, mayor capacidad, podría alargar esta guerra de desgaste para seguir ganando cuota de mercado.
Lo anterior, que funciona a la perfección prácticamente para todas los bancos españoles no lo hace para Bankinter. En primer lugar, porque la entidad naranja tiene muy pocas sucursales, en concreto, a 30 de junio de 2020 tan solo poseía 446 oficinas. Una cifra que apenas supone el 6,8% del total de las que suma la nueva Caixabank o un 9% de las casi 5.000 que ostentarían BBVA y Banco Sabadell, tras un hipotética fusión. En definitiva, que las ganancias obtenidas por está vía tanto para Bankinter como para cualquier otro competidor serían muy pequeñas.
Un apalancamiento operativo más bajo, esto es menores costes fijos, se traduce en un rentabilidad mayor. También, en unos resultados más estables. Así, Bankinter cerró el primer semestre del 2020 con una rentabilidad, medida como Roe (cociente entre beneficios y fondos propios) del 7,6%. Una cifra que supone casi cuatro veces más que la presentada por Banco Sabadell o Bankia y entre 10 y 15 veces más que la de BBVA en España. De hecho, la firma presidida por Carlos Torres redujo sus beneficios en el país hasta un 88,1% en los primeros meses del año.
UN BALANCE SANEADO CON BAJA MOROSIDAD
Aunque la diferencia viene de lejos. Así, se tomamos la rentabilidad anual en 2019 se aprecia que Bankinter es la compañía más rentable del país con diferencia. Además, con varios cuerpos de diferencia. En concreto, la entidad que dirige Dancausa cerró el año con un Roe del 12,98 frente al 9,9% del BBVA y el 9,1% de Banco Santander (ambos entre todos los países, en España tuvieron resultados más bajos). Mientras que, por su parte, Caixabank acabó el año con una rentabilidad del 6,4%, Banco Sabadell obtuvo un 5,9% y Bankia quedó a la cola con un 4,2%.
No obstante, la negativa de Bankinter no viene solo de que sus ganancías ahora mismo en una fusión sean muy pequeñas (o negativas), sino que también se debe a que prefiere mantener el balance saneado, señalan fuentes del sector. Así, el banco naranja es (también) el que menos tasa de morosidad presenta a consecuencia de una política mucho más sensata en los años de burbuja inmobiliaria y desenfreno de crédito que vivió España. Unas circunstancias que le permiten mantener una rentabilidad por activos de riesgo (conocidos como APRs) entre los mejores de Europa.
Así, a finales de 2019 Bankinter redujo su tasa de morosidad al 2,51%, lo que supone prácticamente la mitad de la que tenía Bankia, con un 5%. También, es mucho más bajo que el 4,62% de Banco Sabadell, el 3,8% de BBVA, el 3,6% de Caixabank o el 3,32% de Banco Santander (aunque es España es mucho mayor por el efecto de la absorción de Banco Popular). En definitiva, que una fusión ahora no solo no le generaría prácticamente, sino que incrementaría el riesgo que asumiría en el balance. Ambas circunstancias juntas propician que la firma naranja no este interesada en esta ronda de fusiones, por el momento.