El Gobierno de Donald Trump ha cambiado las presiones por las amenazas en su guerra comercial contra China y que, en el ámbito tecnológico, tiene secuestrado a Huawei. El último episodio ha sucedido en Portugal, donde el embajador estadounidense ha advertido al Ejecutivo luso de que habrá consecuencias si el 5G de los chinos entra en el país.
Sin ambages ni diplomacia, como se requiere para un puesto de embajador, George Glass ha avisado a los portugueses, en una entrevista en el diario Expresso, de que tienen que elegir bien el bando en las relaciones comerciales. Natural de Oregon, y criado al calor del inmobiliario salvaje en Estados Unidos, el embajador de USA en Portugal no ha dudado, de nuevo, en amenazar con represalias si la tecnología 5G de Huawei entra en la infraestructura portuguesa.
La película ya es repetida porque a principios de 2019 Glass recordaba que Estados Unidos y Portugal son socios muy cercanos y que convendría revisar cómo sería el despliegue de redes para no tener problemas de seguridad. Todo ello, evidentemente, relacionado con Huawei.
Pero la presión ha aumentado. Y la relación entre Portugal y China, que se prolonga desde la profusa dinastía Ming en el s. XVI hasta nuestros días, está en tela de juicio debido a la guerra comercial que Trump tiene sobre los asiáticos. Así, el embajador Glass asume que habrá consecuencias en materia de seguridad y defensa si las relaciones se mantienen como hasta ahora.
Esta situación, además, ya ha provocado que los principales operadores de Portugal tomen la decisión de poner en cuarentena los acuerdos con Huawei en materia de 5G. Situación que se intensificará cuando se asignen las frecuencias definitivas para el espectro de radio que hará que esta conectividad ultrarrápida sea mejor.
MÁS ALLÁ DE HUAWEI Y RESPUESTA
Entre el hilo de amenazas al Gobierno portugués, Estados Unidos ha metido en el ajo los negocios que tienen de gas natural licuado (GNL), de los que han precisado que no dudarían en cortar el suministro a sus empresas energéticas si no eligen bien a sus socios.
El presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, ha tenido que salir a la palestra para poner paz (y algo más). Ha lanzado el mensaje de que serán los mandatarios lusos quienes decidan el futuro de su país, según su legalidad y sin atender a las demandas de terceros. Asimismo, el ministro de Exteriores portugués, Augusto Santos Silva, también ha insistido sobre la misma idea: las decisiones que deba tomar Portugal se tomarán en el país.
No obstante, la única realidad es que Estados Unidos sigue campando a sus anchas por todo el mundo, y amenazando con cruzar industrias, como en este caso la energética, en la cruzada contra China y que tiene cautiva a Huawei por los supuestos problemas de seguridad y sus trabajos para el Gobierno chino.