Comer es uno de los grandes placeres de la vida. El inconveniente para muchas personas es tener que controlarse a diario para no excederse en las cantidades o en las grasas. Una mala alimentación, más allá de hacernos engordar, puede derivar en problemas de salud. La clave está en comer de todo y, muchas veces, en cómo cocinar los alimentos. Las alitas de pollo son uno de los productos más recurrentes en los hogares por su bajo coste, pero a la sartén no son más que un exquisito pollo con altos niveles de grasa. Sin embargo, hay otras formas de degustarlas que no solo son más sanas, sino que están muchos más ricas.
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Estas alitas de pollo apenas tendrán salsa. Al no echar más aceite antes de introducirlas al horno, sólo estará el jugo que han soltado del aceite con el ajo con el que las rociamos y del zumo de limón. También el de la cebolla. El objetivo es que todo se concentre en ellas, de tal forma que estén tan sabrosas que no necesites mojar pan. Sólo comerlas será una delicia. Y la poca salsa que haya, espesa, será sana y junto con la cebolla todo un manjar que llevarse a la boca. No dudéis ni un segundo en preparar esta receta. Es barata, rica y saludable. No se puede pedir más.