Si hay algo que tiene que hacer bien el autónomo es cuidar a su cliente. Pero incluso en aquellos casos en los que ofrecemos el mejor servicio posible, nos podemos encontrar con la desagradable situación de tener que afrontar que un buen cliente ya no quiere trabajar con nosotros. Esto puede deberse a algún problema que haya surgido en la relación comercial o a factores ajenos a nosotros como una mejor oferta de la competencia o sencillamente a que el cliente ya no necesita el producto o servicio que ofrecemos.
Perder clientela nunca es fácil, porque supone una pérdida de ingresos. Y la situación se complica todavía más si ese cliente que ya no trabajará más con nosotros es el más importante, del que dependía una gran parte de nuestro volumen de facturación. En algunos casos la pérdida del cliente principal puede dar lugar al fracaso de nuestro proyecto. Pero que no cunda el pánico, vamos a ver qué podemos hacer ante una situación de este tipo.
1Detecta posibles señales de problemas con un cliente
El viejo dicho señala que “es mejor prevenir que curar” y también podemos aplicarlo en este caso. Antes de tener que afrontar la pérdida de un cliente es mejor prestar una buena atención a nuestra clientela, esto nos puede ayudar a detectar posibles señales de que algo está mal, lo que nos deja un cierto margen de maniobra para poder reenganchar a ese cliente al que no queremos perder.
Algunas señales típicas de que un cliente ya no está interesado en trabajar con nosotros son el hecho de que la relación se vaya enfriando poco a poco, que el número de pedidos empiece a bajar o que dé muestras de estar al tanto de los productos o servicios de la competencia. Lo mejor en estos casos es actuar lo más rápidamente posible y buscar opciones para retener al cliente.