Acaba el verano y empiezan las dietas y las visitas al gimnasio para estar apunto para las vacaciones de Navidad, y es que, al fin y al cabo, todos hemos ganado algún que otro kilo con las alegrías del verano. Que sí una tapita en una terraza, un cóctel en un chiringuito en las vacaciones, algún que otro plato de pescado frito…, vamos, que el verano está para disfrutarlo, pero ahora vienen las consecuencias y se hace necesario ponerse a dieta.
Es por eso por lo que, a continuación, vamos a conocer algunas dietas, como la dieta del jamón y el vino, con las que, además de perder peso, disfrutará comiendo y es que si hay algo que nosotros siempre recomendamos es que se disfrute cada bocado de comida. Al fin y al cabo, la comida es otro de los placeres de la vida, ¿No es cierto?
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La dieta Mediterránea es, quizá, la dieta más conocida de la lista ya que es la que muchos hemos llevado durante toda la vida. Esa que hacían las abuelas y luego las madres (y ahora nosotros). Pero, ¿En qué consiste realmente y a qué se debe su nombre?
Este tipo de dieta, como su propio nombre indica, tiene su origen en el sur de Europa, en los países como España, Italia o Grecia (este último especialmente). Es una de las dietas más saludables que existen y una de las más recomendadas por los expertos para «desintoxicarse» de los excesos.
¿En qué consiste? La dieta mediterránea hace hincapié en el consumo variado de legumbres, frutas, verduras, cereales, pescado y carne, esta en último lugar. En esa dieta la clave es comer cantidades pequeñas pero de forma continuada, es decir, las 5 o 6 comidas al día que todo especialista en nutrición recomienda. Asimismo, lo importante de este tipo de dieta equilibrada es el cocinar y comer productos de temporada.
El aceite de oliva es una de las claves de la dieta mediterránea ya que es una fuente de grasas muy saludable. Eso sí, dos cucharas al día como mucho. No más ya que, como todos, el exceso nunca es bueno y aunque las grasas del aceite sean saludables, en exceso no lo son.
En la cocina mediterránea se recomienda comer algunos alimentos crudos y fresco, como las verduras o frutas de temporada, a la plancha o hervido. Nada de comida frita o procesada. Es, sin duda, una de las mejores dietas para seguir, y no solo ahora que acaba el verano, sino durante todo el año.