La situación de los autónomos siempre es inestable, incluso en aquellos casos en los que su negocio va bien. Lo cierto es que el profesional que trabaja por cuenta propia sabe que no puede despistarse, debe invertir tanto en sí mismo como en su negocio para seguir siendo competitivo, y esto hace que con frecuencia le resulte complicado desconectar.
Numerosos estudios demuestran que el nivel de estrés entre los autónomos es más elevado que entre los asalariados, esto se debe a que tienen muchas más preocupaciones y no pueden permitirse el lujo de hacer una desconexión al 100%. Incluso cuando está de baja o de vacaciones, el profesional sigue pensando en su negocio.
6La clave está en uno mismo
Al final no hay más secreto para ser capaz de desconectar de las preocupaciones diarias del trabajo que hacer cambios en uno mismo. El autónomo debe aprender a ver que vivir con miedo no es razonable, y que en el mayoría de los casos cuando vuelve a reincorporarse al trabajo después de unos días de descanso todo sigue igual.
Los buenos clientes suelen tolerar bien las ausencias del profesional, porque confían en él y quieren que sea él quien les preste el servicio o les entregue el bien. Además, si se llega a perder algún cliente, siempre hay margen de maniobra suficiente para buscar nueva clientela y seguir aumentando los ingresos.
El trabajo es una parte muy importante de la vida de los autónomos, pero no puede constituir toda su vida. El profesional debe ser capaz de ver que tiene cosas mucho más esenciales, que debe dedicarse tiempo a sí mismo y a descansar, así como tiempo a su familia. Si es capaz de asimilar bien esta máxima, le será mucho más sencillo ir haciendo pequeños ajustes en su rutina diaria que le ayudarán a desconectar poco a poco. Y pasado algo de tiempo el profesional será capaz de tomarse unas merecidas vacaciones sin sentirse culpable por ello.