Los debates con la leche son uno de los más intensos y habituales en cuanto a rutinas alimentarias e incluso a la necesidad o conveniencia de tomar lácteos de adultos. El otro factor curioso es la gran variedad de leches que inundan los estantes de los supermercados, donde casi la entera es la menos visible. Entera, semidesnatada o desnatada, veamos cuál es mejor tomar y por qué.
Empezaremos explicándote la distinción más clásica: leche entera, semi y desnatada. Durante años hemos demonizado la leche entera alegando que «engorda mucho», mientras que nos decantábamos por leche desnatada, ya que «es más saludable». Veremos también qué hay o no de cierto en todo esto.
5El mito de la leche desnatada
Lo que no se ha tenido en cuenta es que las grasas de la leche son un nutriente esencial para nuestro organismo: nos aportan energía, saciedad, transportan y absorben vitaminas… Por eso la leche desnatada se ha situado ahora en el ojo de la polémica. Al haber sido tratada para quitarle la grasa, pierde también vitaminas liposolubles, especialmente la A, D y el retinol. Por tanto, su valor nutricional final (a no ser que la enriquezcan) no es de gran interés.
No existen evidencias científicas para recomendar a la población que prioricen el consumo de lácteos desnatados antes que los enteros. Por tanto, ¿la leche desnatada engorda menos? Sí, porque contiene menos calorías. ¿Es más saludable? No, porque apenas nos aporta nutrientes de calidad.