La familia Domínguez es historia en Duro Felguera. El mayor accionista del grupo deshizo toda su participación, un 9,525%, el pasado día 20. Una venta que ha materializado unas pérdidas de hasta 7,5 millones de euros, sobre un total de 12 millones. Un agujero enorme que sin embargo podría haber sido mucho mayor. De hecho, el movimiento de los dueños de Mayoral esconde una serie de ‘casualidades’ que les ha permitido rebajar la factura final en algunos millones de euros. Una suerte (algo sospechosa) en una compañía donde la confidencialidad pocas veces se ha cumplido.
El punto más llamativo de la operación es su perfectamente sincronizado timing o momento de la venta. De hecho, cuando se procede a la venta del paquete accionarial, el 20 de agosto, las acciones de la compañía se encuentran prácticamente en su punto más alto desde el 28 de julio. Dicha fecha, exactamente ese 28 de julio, también es muy importante. La razón es que horas antes (el 27 ya por la noche) la banca informó a Duro Felguera qué sin el rescate del Estado, que incluían avales y créditos ICO, la firma estaría abocada al preconcurso de acreedores.
Pero, el timing perfecto no solo supone ejecutar la operación en el momento más alto respecto del pasado, sino también de cara al futuro. Así, una vez que la familia Domínguez salió de la compañía se han sucedido las informaciones negativas sobre la compañía que han precipitado la acción. De hecho, tan solo una sesión bursátil después de esa gran venta se publicó que «Duro Felguera quedaba al borde del preconcurso ante la resistencia del Gobierno a rescatarla». Además, en la propia noticia se especificaba que la filtración venía de «fuentes cercanas a la compañía».
DURO FELGUERA PIERDE UN 25% DESDE ENTONCES
La filtración de la mala evolución de las negociaciones tuvo, obviamente, un impacto directo en el mercado. Así, ese mismo lunes 24 de agosto las acciones de Duro Felguera colapsan y cierran con un desplome del 16,87%. Pero una caída así no se ejecuta sola, sino que más de un fondo o inversor se coordinó para lanzar un ataque bajista. De hecho, en la sesión siguiente los títulos subieron un 7,85%, un rebote de manual que muestra como muchos de ellos recompraron las acciones para materializar los beneficios. Todo ello, sin dejar rastro (puesto que solo señala cuando hay una posición mayor del 0,5%) ante la CNMV.
Al batacazo del 24 de agosto hay que añadirle el que se dio la compañía el mismo día de la gran venta. Así, la operación de venta ejecutada por la familia Domínguez, que era del 9,525% del total de acciones, tumbaron la cotización de Duro Felguera ese mismo día un 9,67%. Una caída lógica. Al fin y al cabo, el mercado en pleno mes de agosto, cuando la negociación es mucho más baja, no puede asumir un movimiento de venta tan grande.
Con ello, desde que los dueños de Mayoral ejecutaron su venta los títulos de Duro Felguera se han desplomado algo más de un 25%. Una caída récord, además, en tiempo record, dado que apenas han pasado cuatro sesiones. En otras palabras, de haberse retrasado una semana más, la familia Domínguez habría perdido otro millón de euros. Siempre y cuando, se dé por hecho que los acontecimientos se hubieran desarrollado de la misma manera. Aunque se sabe que no, ya no solo porque la abultada caída del día 20, sino porque parece que la información que sale del grupo sigue unos cauces interesados.
EL ‘FORENSIC’ QUE PONE EN DUDA A DURO FELGUERA
La realidad es que siempre han existido dudas razonables sobre como cierta información ha salido del grupo con intereses económicos. «Históricamente nunca se ha preservado la confidencialidad, pero la situación ha empeorado en las últimas semanas», señalan fuentes cercanas a la compañía sobre las filtraciones. De hecho, prosiguen explicando que se han visto «movimientos extraños de la acción (…) lo que ha podido perjudicar a muchas personas, al ser esta misma lo que se conoce como un chicharro».
Por ello, a mediados de julio la propia compañía contrató a KPMG para efectuar un ‘forensic’ por sospechas de manipulación de la acción. Para lo que intervino todos los ordenadores y teléfonos móviles de la cúpula directiva. La operación se completó con el despido de Javier García Laza, adjunto al consejero delegado, y el de Alfonso Gordon, director de Recursos Humanos y Organización. La decisión de la compañía provocó una rebelión entre los directivos que tuvo que terminar por acallar la propia CNMV. Aunque el malestar seguía (y sigue) ahí.
En definitiva, que todo lo que ahora mismo rodea a Duro Felguera es cada vez más oscuro. El mayor accionista ha salido prácticamente huyendo dejando un reguero visible de casualidades, filtraciones y demás eventualidades más propias de una película que de la vida real. En el trasfondo de todo ello, el futuro de la compañía es cada vez más complicado y los accionistas minoritarios (como siempre) son (y serán) los grandes perjudicados de todo el entramado con sede en Asturias.