El verano más atípico de la historia reciente ha supuesto para la industria del turismo un golpe letal. Se inició en marzo con las diferentes restricciones a la movilidad planteada por la mayoría de países. Así, gestores aeroportuarios, aerolíneas y demás empresas del sector buscan nuevas fórmulas para remontar el vuelo. Aunque algunas decisiones, como es el caso de Aena, impactan de manera decisiva en todo el mercado.
El gestor aeroportuario que tiene participación pública a través de Enaire (51%) deberá tomar decisiones fundamentales en los próximos meses. La de mayor envergadura, y que a finales de este año ya se abordará -según confirman desde la compañía-, es la preparación del ‘Dora II’, documento que regula las tasas aéreas que el gestor cobra a los diferentes agentes turísticos. Su entrada en vigor será en 2022, cuando termine el periodo quinquenal del ‘Dora I’.
Pero antes de eso, y como cada año, Aena puede solicitar una modificación en las tasas asignadas por dicho plan para 2021. En ese proceso de consultas se dialogará con las aerolíneas sobre las tarifas, tratando de compatibilizar la posición de éstas y la propia Aena. Posteriormente queda a expensas de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que se mantengan o rebajen los precios. Bajo este contexto se abren diferentes escenarios para Aena y las aerolíneas.
En un informe de Barclays al que ha tenido acceso MERCA2, su departamento de análisis estima que las decisiones que se tomen por parte del gestor aeroportuario serán clave para su estrategia de rentabilidad en los próximos años para la compañía. Más allá del escenario actual, muy negativo para todo el mercado, lo importante será con qué ambición se afronta el ‘Dora II’. Y aquí puede haber ganadores, y otros (las aerolíneas) que no estén muy de acuerdo, como suele ser habitual, puesto que son las que pagan y, asimismo, trasladas los costes a sus clientes con el pertinente impacto.
AENA PROPONE, LA CNMC DISPONE
El informe asume que una rebaja en las tarifas que se cobra a las aerolíneas supondría un incentivo en el tránsito aéreo; y eso, lógicamente, beneficia a estas compañías. La contrapartida es que Aena ingresa menos en esta parte regulada, y eso termina impactando en la cuenta de resultados. También se traduce en potenciales recortes de dividendos para Enaire.
Además, para países como España, donde el turismo es el motor del tránsito aéreo, la decisión que tome finalmente el regulador del mercado, que es quien definitivamente fija las tasas, será fundamental. Aunque fuentes del sector explican a MERCA2 que la actitud de Aena a la hora de proponer y negociar las diferentes tasas como aterrizaje; STA; meteorología; seguridad, estacionamiento; pasajeros; servicios de PMR… también influyen en la CNMC.
Pero los analistas de Barclays asumen que la situación no es sencilla. Unas tasas altas ofrecen mayores ingresos -en principio-, pero puede llevar a las aerolíneas a tomar decisiones drásticas en sus diferentes bases de operaciones. Asimismo, a la propia Aena le interesa un tráfico elevado de vuelos (y pasajeros), puesto que también tiene un negocio minorista dentro del aeropuerto, así como la gestión de los comercios de interior. Por lo tanto, mayor tránsito, más caja.
Y de todos estos movimientos, añade el informe, uno de los más beneficiados sería Ryanair. La aerolínea de bajo coste está consiguiendo mantener el tipo, como se ha demostrado este verano, y eso le puede llevar a tener mayor fuerza negociadora con los distintos gestores, incluido Aena. Asimismo, a la compañía low cost le benefician, lógicamente, unas tasas más bajas para seguir reduciendo costes, pero no tenerlo que hacer contra su propio negocio, como el recorte de rutas o personal.
Hasta ahora, el primer paso que ha dado la compañía dirigida por Maurici Lucena ha sido un descuento en la tarifa de aterrizaje dividido en varios tramos y ha concluido rondas con los bancos para obtener liquidez por más de 3.000 millones de euros “para encarar con tranquilidad los próximos meses”. Pero será en esos “próximos meses” donde se aborde parte de la estrategia que prevalecerá en los siguientes años con un contexto económico adverso y muy volátil.
Aunque en Aena tienen claro que el objetivo es aplicar incentivos en las aerolíneas para impulsar el tránsito aéreo y el turismo. Para ello, las decisiones que se tomen se habrán diseñado en base a estimaciones de tráfico de organismos internacionales. Así, fuentes de la compañía aseguran que se incentivarán del orden de 70.000 vuelos en 9 meses (julio 2020-marzo 2021), unos 25 millones euros, y se añadirán incentivos comerciales de ‘Fast Track’ y ‘Fast Lane’ y descuentos en los arrendamientos de instalaciones que las compañías aéreas mantengan o contraten. Asimismo, se intentará conseguir una política de tarifas destinada a facilitar la recuperación operativa, y, sobre todo, soluciones que contribyan a potenciar la recuperación del sector turístico, en línea con el plan de apoyo del Gobierno de España.
AENA Y LOS COSTES
Y mientras se dirimen estos aspectos, Aena se ha tenido que enfrentar como gestor a las acciones derivadas del covid en materia de salud. Esto terminó en polémica a principios del verano porque la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) se oponía a que el gestor les repercutiese el sobrecoste que le supone los controles sanitarios y de las medidas de seguridad e higiene que se deben adoptar como consecuencia de la pandemia.
El presidente de la ALA, Javier Gándara, advertía además de que, en un momento en el que se desconoce cómo va a responder la demanda y en el que «la recuperación es del todo incierta», el Gobierno «ponga piedras en el camino de la recuperación del sector aéreo y del turismo en España». Gándara sostenía que es «más necesario que nunca» que se bonifiquen estas tarifas para estimular la demanda en vez de traspasar los costes mediante posibles subidas de tarifas aeroportuarias.