viernes, 22 noviembre 2024

Más presión para BBVA y Santander: preparan 25.000 M€ para impagos

La diversificación se ha convertido en el mayor lastre con el que deben cargar en esta crisis los dos grandes bancos de España. De hecho, las complicaciones que han surgido en sus grandes mercados lejos de España -especialmente en Brasil, México y Turquía– es la única explicación a su mala evolución bursátil. Sin ir más lejos, la sesión de este jueves 20 de agosto fue un nuevo martirio para ambos. La situación se ha complicado tanto hasta el punto, de que el consenso de los analistas prevén que Banco Santander y BBVA se verán obligados a aprovisionar hasta 25.000 millones de euros en el año. Una suma destinada únicamente para hacer frente a la morosidad creciente en estos países.   

Hasta ahora, la estrategia de diversificación que habían seguido los grandes bancos de todo el mundo había ofrecido unos resultados positivos. Al fin y al cabo, las entidades europeas habían puesto mayor acento (los movimientos como tal vienen de atrás) gracias a que les protegía frente a los tipos negativos. Además, los países emergentes elegidos ofrecían dos ventajas: por un lado, unos tipos de interés más altos, que no es indispensable para hacer beneficios pero que siempre ayuda. Por otro lado, una competencia local muy débil que le otorgaba mucho poder de fijación de precios.

Una bendición que llevó a que México y Brasil se revelaran como las gallinas de los huevos de oro. De hecho, su cuota de beneficios frente al resto de mercados se disparó tanto en 2019 que el término diversificación no tiene ya sentido. De hecho, México suponía más del 40% de los beneficios de BBVA, mientras que Brasil para Banco Santander alcanzaba un 32%. Pero, la presencia en este tipo de mercados también tenía sus inconvenientes en forma de inestabilidad política (países propensos a políticos populistas) y una política monetaria a veces errática.

LAS PROVISIONES PARA BRASIL SE DISPARAN EN BANCO SANTANDER

Un problema todavía mayor es que dichas carencias se disparan cuando la economía empieza a fallar. Y en mitad de una pandemia como la actual vuelven la situación incontrolable por dos motivos: primero, porque ataca principalmente a las actividades más rudimentarias y de bajo valor añadido, que concentran a un porcentaje muy elevado de la población. En segundo lugar, porque los Gobiernos no tienen capacidad suficiente para financiar programas de ayudas públicas que sirvan de colchón ante el impacto.

Así, la secuencia de actos parece irremediable y en el último punto (como peor parado) aparecen los bancos. La caída de actividad económica lleva aparejada una contracción de los ingresos, que en algunos casos llega a ser del 100%. A lo anterior, se le suma un volumen muy bajo de ahorro y el abuso de los créditos (uno de los daños que provoca la alta inflación). Para acabar, la inexistencia de ayudas (como pueden ser las prestaciones en España) termina provocando que la morosidad se dispare y las filiales de las entidades necesiten grandes cantidades de capital para resistir el golpe.

En esta situación desesperada se encuentra BBVA y Banco Santander en sus respectivos mercados. De hecho, la entidad que preside Ana Botín se ha visto obligada a incrementar hasta un 63% los recursos destinados a dotaciones para insolvencias, al pasar de 4.313 millones hasta los 7.027 millones. En el caso del banco vasco, las exigencias en el país azteca le han llevado a incrementar notablemente sus provisiones en el país hasta los 679 millones de euros, que es el doble que hace un año y más de lo apartado por impagos en España y Turquía juntos.

TURQUÍA PREOCUPA CADA VEZ MÁS A BBVA

El país otomano se ha convertido en un polvorín económico, con la lira en mínimos históricos. Aunque lo peor es la limitada capacidad del Banco Central turco para sostener la situación. En años anteriores, el reguero de divisas extranjeras que suele dejar el turismo hace de colchón para que el organismo bancario intervenga en el mercado. Pero este año todo será diferente. La llegada de visitantes ha caído en picado, mientras que la pólvora que posee el regulador ha caído por debajo de los 90.000 millones de dólares, lo que supone un mínimo en años.

Por si fuera poco, la institución bancaria está atada de pies y manos por el presidente Recep Tayip Erdogan, lo que añade más tensión. De hecho, la ortodoxia económica explica que los tipos deberían subirse (están al 8,25% mientras la inflación alcanza el 12%), pero Erdogan se niega. La solución intermedia del organismo ha sido no tocar los tipos, lo que ha dado un poco de respiro a la moneda turca. Aunque no durará mucho. Por otro lado, muchos de los préstamos que se otorgaron al comienzo de la pandemia (a tipos muy bajos) han empezado a fallar.

En otras palabras, los problemas para BBVA no han hecho más que empezar. Además, el golpe vendrá desde diferentes ángulos: por un lado, el efecto ya comentado de consumo de capital que se produce cuando se incrementa la mora, esto es en el negocio. Por otro, un efecto contable dada la caída de valor de su participación en Garanti, de la cuál posee un 49%. Por último, el deterioro de la situación futura impacta sobre el fondo de comercio, valor futuro de los beneficios, lo que obligará a reducirlo a medida que la situación se complique. En definitiva, demasiadas complicaciones y un futuro cada vez más incierto.


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