A nadie le amarga un dulce. Al tradicional refrán se le podría añadir aquello de que, si es chocolate, todavía menos. Abrir la tableta, desenvolver, y hacer crujir el chocolate es uno de los goces más a mano que se puede permitir el ser humano. Y qué decir después de pegarle el primer mordisco.
Jonatan Armengol, el único crítico invidente de España, ha desafiado a sus niveles de azúcar y ha hecho una cata de chocolates. Pero no de cualquier chocolate. Sino de aquellos que menos azúcar tienen: los denominados como chocolate negro con, al menos, un 60% de chocolate. Antes de hincarle el diente, una recomendación: conviene olerlos. Si tiene notas de café torrefacto, es que se les ha ido de las manos al hacerlo. Si, por el contrario, ofrece ligeras notas de acidez en nariz, eso es sinónimo de calidad.