El verano pasado desde MERCA2 recomendamos a los principales directivos de empresas que operan en España alguna lectura sugerente, serie de moda o cine para pasar el calor. Este mes de agosto, y para ser prudentes con las aglomeraciones, nos llevaremos a CEOs y presidentes a una isla desierta. ¿Qué pensarán en la intimidad? ¿Cuáles son sus preocupaciones? ¿Cómo ven el futuro?
Para Carlos Torres, presidente de BBVA, su retiro veraniego vuelve a ser tan agrio como en los últimos años. La costumbre, parece, en el banco bilbaíno. Tanto en 2018 como en 2019, las tensiones económicas y políticas en Turquía (en menor medida en México) pusieron a la entidad en el punto de mira de los mercados. Obviamente, no para bien. En el de 2020 la región vuelve a ser un quebradero de cabeza, con la lira hundiéndose. Aunque todavía es peor, puesto que los efectos del covid-19 han tumbado a la que ha sido su única alegría: México. Por último, la justicia cada vez cerca más a la firma española por el ‘Caso Villarejo’ que hizo caer al omnipotente Francisco González.
Torres es una persona sencilla con un perfil muy alejado del tradicional banquero. De hecho, su primera vocación fue científica, estudió Ingeniería Eléctrica junto a empresariales, en el afamado MIT. También lo es en sus gustos. El banquero es un entusiasta del norte y en la época estival le gusta viajar a la localidad pontevedresa de Tuy, donde intenta (pero no consigue) desconectar de lo que significa ser el mandamás en el segundo banco de España y uno de los más importantes de Europa.
BBVA, UN CANDIDATO PARA LAS POSIBLES FUSIONES
La realidad es que la presión en torno al banco nunca había sido tan grande. El impacto del covid-19 ha llevado al límite a la entidad. Y, lo que es peor, todavía se desconoce el impacto final que puede tener, dada la frágil diversificación geográfica que presenta. En primer lugar, porque México, que supone el 40% de todo su negocio, actualmente es una incógnita que no pinta nada bien. Hasta el punto, de que en el segundo trimestre el banco tuvo que disparar sus provisiones por lo que pueda pasar hasta los 679 millones de euros.
Para entender la importancia de la cifra, sirva decir que supone más que la suma del dinero reservado para España y Turquía. Y eso, que una parte importante de las posibles pérdidas en materia de caída de valor del peso ya las tenía cubiertas de antes. En otras palabras, ni en vacaciones ni en una isla desierta Torres es capaz de sacarse de la cabeza que pasará en los próximos meses con México. Pero, eso no significa que la mente analítica del banquero se quede solo en dicha región, también entra en la ecuación los fantasmas monetarios turcos. De hecho, la semana pasada se deprecio hasta mínimos nunca vistos frente al dólar.
Por último, los rebrotes en España avivan el miedo de un nuevo confinamiento. Una estocada certera a la economía, de nuevo, que en última instancia afectaría muy negativamente a la banca. Al fin y al cabo, son las entidades las que dan el crédito a muchas firmas que estarían amenazadas por las quiebras y cierres. La caída del negocio, las exigencias de capital por aumentos de la morosidad y una competencia digital imponente (incluso para BBVA) son los mimbres perfectos para otra palabra clave en la cabeza de Torres: las fusiones.
OTOÑO CALIENTE PARA TORRES POR EL CASO VILLAREJO
Los beneficios de una fusión son varios: ahorro de costes, mayor escala y tamaño, más capacidad de inversión. Pero, también los riesgos son importantes. Lo primero es un encaje accionarial justo para unos accionistas que no solo han perdido hasta la ropa interior con el valor, sino que ni siquiera tendrán dividendos a lo largo del año. También, las llamadas sinergias exigen recortes de personal y cierres agresivos de oficinas. Para ambos, se necesita capital y BBVA no va sobrado. De hecho, pese a la remontada en el segundo trimestre está entre los peores de Europa. Una situación que obliga a Torres, si busca una fusión, ajustar mucho a su compañero de baile.
La solución más evidente es Bankia, por su alto nivel de capital, más que Banco Sabadell. Además, también en términos de negocio y sinergias. Pero, hay dos problemas: el primero, es que hay demasiada política por medio. Y, como se suele decir, banca y política nunca han casado demasiado bien. En segundo lugar, abriría las puertas de la entidad bilbaína a un viejo enemigo, exaliado mejor dicho, como Ignacio Goirigolzarri. Probablemente, el único que podría disputarle la presidencia a Torres, de entre todas las alianzas posibles que hiciera BBVA, en el nuevo gigante.
Por último, la alargada sombre del excomisario Villarejo y una posible imputación terminarían por agriar el verano a Torres. A finales de julio se conoció que el juez había decidido imputar a BBVA por corrupción. Ahora, lo siguiente podría ser que el propio presidente acabe también en la lista negra. Una situación que podría cambiar el destino del presidente, aunque por el momento es poco probable. Lo que sí es seguro, es que la cosa no pinta bien. Que lo que serían unos meses, según el propio Torres, va a llevar años y que el goteo de noticias se intensificará una vez llegue otoño.